24 de abril 2025 - 10:10hs

“El mundo debe deshacerse de una vez de los combustibles fósiles y terminar con esta guerra sin sentido contra la creación”, decía el papa Francisco, comprometido con vehemencia en frenar la destrucción del medio ambiente y acelerar la transición energética.

No por nada cuando todavía era Jorge Bergoglio e iniciaba su papado en 2013, eligió el nombre de Francisco, santo patrono de la ecología, según dispuso Juan Pablo II en 1979.

El Papa ya sabía con claridad cuál era la marca que quería dejar en los tiempos que le habían tocado vivir.

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Y así lo hizo. Francisco no sólo hizo historia con la primera encíclica sobre el calentamiento global en 2015 sino que su influencia fue decisiva para la firma del Acuerdo de París ese mismo año, en el que casi 200 países acordaron controlar el nivel de emisiones de carbono para mantener el aumento de la temperatura por debajo de cierto umbral.

Francisco también puso en práctica su prédica en ese microcosmos que es la ciudad del Vaticano.

En noviembre de 2023 se lanzó un plan de transición verde llamado “Conversión Ecológica 2030” que se propone alcanzar las emisiones cero para ese año con un reemplazo de toda la flota de vehículos a versiones eléctricas.

El proceso ya está en marcha y sin ir más lejos, desde diciembre del año pasado, el “papamóvil” es un auto a batería. Más precisamente, un G-Wagon de Mercedes-Benz.

La automotriz provee vehículos especiales para los papas desde hace casi un siglo, incluso la primera versión del “papamóvil” a prueba de balas que se introdujo en 1981 luego del intento de asesinato de Juan Pablo II el año anterior.

Una encíclica sobre calentamiento global que hizo historia

La encíclica Laudato Si’ (Alabado seas) puso de manifiesto la entrega de Francisco a la causa del medio ambiente. Nunca antes la Iglesia se había asomado al tema.

El documento puso de inmediato al papa en el centro de uno de los debates más acuciantes y polémicos: el cambio climático. El tono elegido por Francisco no sólo era directo sino provocadoramente crudo: “La Tierra, nuestro hogar, empieza a parecerse más y más a una inmensa pila de inmundicia”.

Según reconoció el secretario general de la Naciones Unidas, Antonio Guterres, tras la muerte del papa, su encíclica fue una contribución fundamental en la movilización global que llevó al hito del Acuerdo de París.

Francisco se involucró presionando para alcanzar el acuerdo más ambicioso posible y los negociadores acudían a él para que intermediara en casos como el de Nicaragua, que no aceptaba el pacto.

Así y todo, muchos en la Iglesia no se sentían cómodos con las implicancias políticas de su trabajo en este campo. Un estudio que analizó más de 12.000 columnas escritas por obispos católicos reveló que omitían por completo el tema o bien se distanciaban de la encíclica papal o del problema en sí.

Hospitalizado, seguía pendiente de la próxima cumbre climática

Francisco siguió desde entonces muy activo interviniendo incluso en foros de la industria petrolera con un mensaje que siempre insistió en que la energía limpia era una cuestión moral.

En 2018, por ejemplo, con su estilo apasionado y ajeno a las fórmulas políticamente correctas, le decía a ejecutivos de primera línea del sector del gas y del crudo que acelerar la transición energética era “una obligación con la humanidad”.

En otro documento, Laudate Deum, denunció la negación de la cuestión climática, otro de los males de nuestros tiempos: aquellos que ven en el calentamiento global una maniobra mediática, una manipulación gubernamental o una exageración de la ciencia, entre otras explicaciones que buscan minimizar o dar la espalda a un fenómeno que ya está causando desastres naturales en todo el mundo.

En marzo, cuando ya estaba hospitalizado por un cuadro de neumonía, Francisco seguía trabajando y le escribió a la conferencia nacional de obispos de Brasil, donde pronto se celebrará la 30° Cumbre Climática de la ONU, conocida como COP30.

El Papa los alentaba y celebraba la campaña que estaban realizando antes del comienzo del gran evento en la ciudad de Belén, en plena Amazonia, que además marcará el 10° aniversario del Acuerdo de París.

En estos 10 años hubo enormes avances pero el planeta sigue en peligro. EE.UU. acaba de retirarse del acuerdo. Y en 2024 el calentamiento global excedió el límite de 1,5° C por primera vez.

Francisco estuvo hasta último momento infundiendo fuerzas, cuando él ya no las tenía, para que no se bajaran los brazos en esta lucha.

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