4 de junio 2025 - 7:05hs

Después de medio año cruzados como enemigos en un western político, CFK y Axel Kicillof volvieron a hablarse. La que bajó la armas fue la expresidenta. Primero utilizó un mensajero, más tarde su teléfono. Fue un llamado breve, sin intermediarios, pero suficiente para marcar un primer gesto de tregua en la guerra interna del peronismo bonaerense, que había llegado casi a un punto sin retorno.

Primero hubo os entre el entorno. Se fijó la hora. Y después, con todo arreglado, la coreografía que le dio lugar al diálogo esperado se puso en marcha. Eso fue poco después de las 20.

Así las cosas, después de que CFK anunciara su decisión de ser candidata a diputada provincial por la tercera sección electoral y despertara la ira del entorno de Kicillof, la calma parece haber ganado lugar en el terreno.

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La ex presidenta, desde su bunker en el Instituto Patria, y el gobernador, en La Plata, conectaron sus teléfonos como si fueran dos ex socios que, por fin, deciden sentarse a negociar. Sin gritos, sin reproches, pero con la desconfianza aún latente. Según confirmaron fuentes cercanas a ambos, la charla fue "cordial y breve". Sin embargo, bastó como para dejar una puerta entreabierta de cara a una negociación.

El krichnerismo no suele dejar nada que tenga que ver con lo electoral librado al azar. El guion del acercamiento no fue casual: 24 horas después de que CFK confirmara su candidatura a diputada provincial, y con el fantasma de La Libertad Avanza y el PRO unidos acechando, el peronismo no puede darse el lujo de seguir autodestruyéndose como un reality show sin final feliz.

Tras la noche del anuncio, el amanecer fue con carteles en la vía pública con la leyenda “Cristina diputada” y con un spot circulando en las redes sociales. El combo estratégico lo completó Mayra Mendoza, la intendenta de Quilmes, que ofició como vocera de CFK y dejó en claro que durante el día habría o entre la expresidenta y el Gobenador. Y así fue.

Más allá del gesto, no hay certezas. El llamado no significa la consagración de la paz entre las tribus. Los intendentes enrolados detrás de Kicillof siguen montados en cólera y están dispuestos a ir a la guerra. La Cámpora, por su parte, sigue acusando al Gobernador de forzar la ruptura del espacio.

“Nada aglutina más que el miedo”, dicen en los corrillos del PJ bonaerense y señalan que el temor a la derrota terminará por accionar como una prensa hacia la unidad. Lo cierto, que este nuevo capítulo recién comienza y la cuenta regresiva a la inscripción de alianzas (9 de julio) y al cierre de listas (19 de julio) está en marcha.

Las especulaciones en el entorno del Gobernador no cesan. No son pocos los jefes comunales que piden una demostración definitiva de Kicillof para emerger como el candidato por default del peronismo para la presidencial del 2027.

Por ahora las definiciones son escasas, los escollos múltiples y las variantes de acuerdos casi infinitas. El abanico va desde que el Gobernador ceda y vuelva a unificar el calendario electoral hasta que el flamante Movimiento Derecho al Futuro compita con lista propia en todos los distritos.

Así las cosas, paso a paso, las negociaciones abarcarán las candidaturas con el equilibrio necesario para que nadie se sienta desplazado, una nueva discusión sobre el cronograma electoral, el cese del fuego mediático y por último los términos de la unidad a futuro. Un cúmulo de desafíos que deberán resolverse en menos de un mes. Casi una misión imposible.

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