El último Congreso del PJ dejó expuesta la foto de algo que ya no es. El órgano rector del partido no goza de buena salud. Las internas desgastan su funcionamiento, las intervenciones de los partidos provinciales calientan los ánimos y las derrotas electorales tiñen todo de gris.
Los Congresos del PJ solía ocupar un lugar importante en la prensa. La actividad partidaria del justicialismo era noticia y lo que se decidía en los congresos partidarios podría definir buena parte de la discusión política de un largo periodo. Nada de eso sucede ya.
El titular del Congreso del PJ es Gildo Insfrán, el gobernador de Formosa. Durante la última semana convocó y llevó a cabo un plenario. Los gobernadores brillaron por su ausencia. Los dirigentes alineados con Axel Kicillof también. Hubo reproches por los resultados electorales de lo que va de 2025. Se reclamó por una reunión presencial. Todos gritos al vacío de un espectáculo que ya no parece tener público ni despertar interés en la prensa.
El número frío dirá que se conectaron unos 500 congresales. El dato central será que los ausentes tuvieron más peso que los presentes.
El malestar está extendido. Las intervenciones de los partidos de Jujuy y Salta son reprochadas. Los magros resultados electorales en esas provincias le suman leña al fuego. Los cuestionamientos a esos procesos fueron parte de la discusión en la previa del Congreso. Sin chances ser escuchados, quienes planteaban revisar las decisiones no tuvieron más opción que ausentarse.
Mientras la llama del partido justicialista nacional se apaga, los justicialismos provinciales intentan sobrevivir. El modelo cordobés, el chaqueño, el pampeano y, en menor medida, el santafesino dan muestra de la resistencia más allá de la provincia de Buenos Aires.
“El partido nacional por ahora sigue siendo una cáscara vacía”, señaló uno de los congresales que pegó el faltazo al Congreso del PJ y juega la batalla provincial alineado con el gobernador Axel Kicillof.
Desde las entrañas del peronismo bonaerense, por lo menos el sector que se recuesta sobre Kicillof, intuyen que el mandato de CFK al frente del peronismo no tiene que ver con la necesidad de darle vigor al partido sino con la necesidad de sostener al kirchnerismo. “No quieren un PJ grande, quieren uno del tamaño que puedan controlar”, explican.
En cualquier caso, tanto desde el peronismo del norte, como desde el oficialismo bonaerense, entienden que será recién luego de las elecciones en la provincia de Buenos Aires, el 7 de septiembre, que se podrá dar una discusión seria en la cuestión nacional.
La expectativa está puesta en que el resultado ordene. La batalla bonaerense recién comienza y el armado de listas aún no está definido. “No hay nombres, ni sistema”, explican desde el Frente Renovador y abren un abanico casi infinito de posibilidades.
En ese marco, las especulaciones están a la orden del día. ¿Cristina Fernández de Kirchner candidata a la legislatura bonaerense por la tercera sección electoral? ¿Sergio Massa candidato por la primera sección? ¿Lista de unidad en las ocho secciones? ¿Cómo se lee el resultado? ¿Se nacionalizan las elecciones? El mar de dudas llena de olas la provincia de Buenos Aires y comienza a bañar las playas de camino a las elecciones de octubre.
En ese marco, el peronismo, que no puede juntar su Congreso de manera presencial, que tiene a sus gobernadores, incluso a Gildo Insfrán que juega su rol de titular del Congreso del PJ, distanciados de su conducción acumula derrotas provinciales.
Mientras eso sucede, Ricardo Quintela, que no pudo competir por la presidencia del partido, ya desembarcó en la provincia de Buenos Aires. Su dispositivo tiene presencia en los 135 municipios del territorio más poblado del país.
Todo está en movimiento en el PJ. Afuera y adentro de la frontera que delimita el estatuto partidario la discusión por la conducción y los proyectos políticos que defenderá el campo nacional y popular está en marcha. En buena parte el futuro del PJ depende de lo que suceda el 7 de septiembre.