9 de junio 2025 - 17:47hs

Su regreso coincidió con una semana clave en la Cámara de Diputados, donde el Gobierno nacional enfrenta el riesgo de que se le caiga uno de sus bastiones narrativos: el veto presidencial al aumento de las jubilaciones. Macri dejó correr una posibilidad que alteró los nervios en la Casa Rosada: que el PRO no garantice su apoyo a Milei en la votación para insistir con el veto. Aunque no se expresó públicamente, dio vía libre a los diputados amarillos para debatir el tema sin el compromiso de una defensa cerrada.

Mauricio Macri vuelve recargado contra Javier Milei

El mensaje fue doble. Hacia Milei, una señal de que no habrá cheques en blanco. Y hacia dentro del PRO, un gesto de autoridad. "Mauricio quiere que se note que todavía es él quien tiene el control del bloque", deslizó un operador parlamentario del macrismo que participó de las conversaciones. Si bien el veto todavía tiene chances de sostenerse gracias a los libertarios y parte de la UCR, en el PRO ya avisaron que no se sienten obligados a blindar todas las decisiones del Presidente.

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Macri sabe que el vínculo con Milei es delicado. Lo ayudó en el ballotage, le facilitó interlocutores y le ofreció contención política. Pero no está dispuesto a regalarle capital propio sin contrapartidas. El Congreso se transformó en una de las pocas canchas donde el PRO puede seguir jugando con volumen, y ahí el expresidente quiere tener la última palabra.

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Javier Milei acusó al PRO, partido fundado por Mauricio Macri, por no asegurar la sanción de la ley.

Javier Milei acusó al PRO, partido fundado por Mauricio Macri, por no asegurar la sanción de la ley.

El trasfondo de los últimos movimientos entre el PRO y La Libertad Avanza

Por eso su regreso fue tan ruidoso. No habló con los medios, no publicó comunicados, no posteó nada en redes. Pero se movió con intensidad en llamadas, almuerzos y reuniones privadas. En esas conversaciones dejó entrever que, si Milei no cuida el vínculo, él tampoco va a hacer esfuerzos por sostenerlo. "No se va a poner en contra, pero tampoco se va a inmolar por nadie", explican en su entorno.

Al mismo tiempo, Macri empezó a mirar con lupa lo que pasa en la Ciudad de Buenos Aires. Hasta ahora se había mostrado prudente con la gestión de su primo, Jorge Macri, quien asumió en diciembre tras ganar una interna tensa contra Martín Lousteau. Pero en los últimos días el fastidio empezó a aflorar. En especial después de que algunos sectores del oficialismo porteño comenzaran a responsabilizar también al expresidente por los problemas de gestión.

Mauricio Macri y los reproches para con Jorge Macri

“No le gusta que le digan que este es el Gobierno de los primos”, repiten cerca suyo con una frase que ya circula como mantra. La expresión refleja una incomodidad de fondo: Macri siente que lo están arrastrando a una istración de la que no forma parte y sobre la que no tiene control real. Y peor aún, que si las cosas no salen bien, él también pagará el costo político.

En privado, el expresidente ya empezó a transmitir la necesidad de hacer ajustes. No sólo en nombres, sino también en prioridades. Cree que la gestión porteña se apagó rápido, que perdió volumen político y que está encerrada en una agenda de bajo impacto. Y sobre todo, teme que si no hay correcciones a tiempo, el PRO corra el riesgo de perder su bastión histórico en 2027.

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Ese temor no es nuevo, pero ahora lo dice en voz más alta. Macri sigue convencido de que la Ciudad es la base de sustentación del espacio. El laboratorio de políticas que luego se proyectan al país. Si ese modelo se erosiona, cree, se cae también el diferencial que todavía mantiene vivo al PRO. Por eso su preocupación no es estética: es estructural.

Jorge Macri, por ahora, escucha pero no responde. Tiene claro que cualquier tensión pública con su primo le costaría caro. Pero al mismo tiempo, empieza a percibir que la sombra del fundador del PRO puede ser un límite a su margen de maniobra. Entre ambos hay un respeto mutuo, pero también un choque de estilos que empieza a hacerse evidente.

Con estos movimientos, Mauricio Macri busca reordenar el escenario sin necesidad de hacer grandes gestos. No necesita candidaturas ni cargos. Su poder está en otra parte: en la capacidad de influir, de condicionar, de marcar los bordes del juego. Por eso su vuelta al país tuvo impacto sin que siquiera abriera la boca.

Los próximos días serán clave para saber si estos mensajes se traducen en acciones concretas. Si el PRO se corre del apoyo automático al Gobierno y si Macri se anima a mover piezas en la Ciudad. Por ahora, su estrategia es la del cirujano: precisión, silencio y bisturí. Pero nadie duda de que, si hace falta, también sabe operar a cielo abierto.

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