27 de mayo 2025 - 16:05hs

Diputadas y diputados con libretitas y lapiceras en la manos, prolijamente sentados en el Salón Malvinas Argentinas (ex Pueblos Originarios), ubicado en la Planta Baja de la Casa Rosada. Está el presidente Javier Milei frente a un pizarrón haciendo fórmulas inentendibles para la mayoría salvo, quizás, José Luis Espert, economista y presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda.

Asisten a una clase magistral para tener herramientas con las que defender el plan económico del Gobierno y, se supone, anticipos de lo que serán dos proyectos que mandará el Ejecutivo en materia tributaria y de cambio de régimen para el uso de dólares "del colchón". Uno de los participantes dejó trascender que mucho no entendía, pero que estaban haciendo el esfuerzo.

Parece, dicen en la Cámara de Diputados, que Javier Milei estaba enojado con su propio bloque porque solo es defendido por diputados que no son de LLA y se ofreció a "explicarles". Entre risas, un opositor le dijo a El Observador: "Difícil que el chancho chifle", dando a entender que no será sencillo superar las limitaciones argumentativas de los diputados libertarios.

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Desde lejos, se pudo ver al presidente de la Cámara, Martín Menem, que según trascendió había acordado con Presidencia este encuentro hace 10 días. Por alguna razón, no quisieron dar en forma anticipada el listado de los participantes. Quizás, preocupados por las filtraciones. También se vieron ministros, como es el caso de Federico Sturzenegger, lo que hace pensar que la "clase" se refirió también a explicar las futuras desregulaciones.

Como sea, el Gobierno avanza, con libertad o sin ella, en su modelo verticalista, donde -para qué negarlo- circula el miedo a equivocarse, a hablar de más o -simplemente- a dejar mal parado al Presidente. Recordemos que un ministro fue obligado a renunciar por haber informado a un periodista de un comentario de Milei. Ministro y periodista siempre lo negaron, pero al funcionario le costó la cabeza.

Las nuevas restricciones para circular por Casa Rosada son cuanto menos cómicas. No solo no es posible quedarse en el Patio de las Palmeras frente a la puerta de vidrio que da al Salón de los Bustos, donde habitualmente los acreditados se instalan para observar quién entra, y así revelar algún dato significativo para la cobertura periodística, sino que tampoco es posible bajar normalmente al subsuelo para dirigirse al comedor, entre tantas zancadillas.

Un Gobierno dedicado a alejarse de la mayoría de la sociedad, la que no está pasando un buen momento económico, y una gestión enfocada en controlar a la prensa y a cualquiera que opine distinto (el caso Ricardo Darín ya roza el ridículo) carece de sentido luego de las elecciones porteñas donde resultó un cómodo ganador. Mucho más civilizado estuvo Milei con el arzobispo Jorge García Cuerva, que realizó una durísima homilía frente al Presidente y todo el Gobierno: no dijo absolutamente nada.

Restricciones a la población, restricciones a la prensa. Un año electoral exigente, que obliga a los libertarios a hacer un manejo exhaustivo de la agenda para evitar que se recuerde la falta de ingresos o, por lo menos, la distancia fenomenal entre "lo que salen las cosas" y los sueldos que se ganan. ¿Además de asustar, tiene el Gobierno alguna otra alternativa para implementar en este contexto?

Por lo menos, no la encuentra.

Aunque siempre hay remedios transitorios. En este caso, Presidencia puso un banner a modo de cortina para que los periodistas acreditados no puedan ver a Milei frente a un pizarrón haciendo fórmulas. Era cómico observar el apuro del personal de Casa Militar para que no se vea ¿qué cosa, tan grave? ¿Cuál es la mirada que tanto molesta?

Después, el clásico final. "Viva la Libertad, carajo", gritó el Presidente al término de su "clase".

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