11 de junio 2025 - 19:10hs

El mundo crece, avanza y se desarrolla a pasos agigantados. Por expansión, crecimiento demográfico, avance tecnológico y cambios de paradigmas económicos, las posibilidades y escenarios para el crimen también se multiplican. En consecuencia, y por regla de tres simple, la complejidad carcelaria ya golpea la puerta a la vuelta de la esquina.

El sistema carcelario tradicional ha fracasado. La automatización y la inteligencia artificial no solo son inevitables, sino necesarias para garantizar seguridad, eficiencia y verdadera rehabilitación.

Así es: llegan las prisiones robotizadas, automatizadas y asistidas por inteligencia artificial. Hablar del fracaso de un sistema penitenciario es no comprender las realidades impuestas y las dificultades que implica la istración de recursos humanos y su interacción con el delito puertas adentro.

Más noticias

Infiltraciones, sobornos, aprietes, negocios oscuros y mafia organizada, sumados a la precarización de un servicio poco profesional en términos generales en el mundo, abren la puerta a una gran alternativa. Tranquilos: no se trata de contratar sicarios ucranianos al margen de la ley, sino de algo novedoso y disruptivo.

Una prisión futurista, automatizada y vigilada por inteligencia artificial

Implica que la seguridad y el control estarán automatizados mediante robots y sistemas de inteligencia artificial, para minimizar la intervención humana.

La gestión de reclusos estará a cargo de robots y brazos mecanizados que asistirán en tareas como alimentación, limpieza y supervisión. Los sistemas biométricos y de reconocimiento facial se encargarán del control de s. El perímetro será custodiado por drones y robots que patrullarán mediante planes automatizados. Las cámaras y sensores inteligentes detectarán cualquier anomalía, y la istración de datos analizará comportamientos y patrones para prevenir y anticipar incidentes de todo tipo.

La ciberseguridad oficiará de árbitro y protegerá la integridad de los registros y datos sensibles. La rehabilitación y la terapia psicológica se realizarán a través de tecnología de realidad virtual, que al mismo tiempo brindará clases educativas, capacitación laboral y simulaciones para el manejo del estrés o emergencias.

La salud será monitoreada mediante el seguimiento de signos vitales y la detección de emergencias médicas. La identificación de ruidos anormales será tarea de sensores de sonido, y las áreas específicas serán vigiladas por sensores de movimiento adaptados. La asistencia, el mantenimiento y la entrega de suministros o medicamentos serán operados por robots, que al mismo tiempo responderán ante incidentes y garantizarán la seguridad carcelaria.

No caben dudas de que los resultados serán óptimos: se logrará eficiencia, reducción de costos y mejora en la productividad. Los programas digitales de rehabilitación y reinserción serán superadores, y la flexibilidad, escalabilidad y rigor del sistema serán insuperables.

Incógnitas, desafíos y un sistema por reinventar

A pesar de que países como Finlandia, China, Japón, Estados Unidos y el Reino Unido estudian y avanzan en la profundización de esta maravillosa idea, aún nos queda por develar algunos interrogantes muy importantes al momento de su implementación: costo, financiamiento, inversión inicial y mantenimiento operativo; personal externo altamente capacitado; prevención de hackeos y ataques cibernéticos; y una muy fuerte resistencia al cambio de un paradigma de tal magnitud. ¿Cómo se inicia una prueba piloto? ¿Cuál es la tolerancia al riesgo en un giro tan profundo en la seguridad carcelaria? ¿Qué impacto tendrá en el empleo penitenciario y cómo será el nuevo régimen de visitas y asistencia jurídica?

Está más que claro que este desafío es alcanzable para los gobiernos que se animen a dar un paso de avanzada en su sistema integral de seguridad, especialmente para quienes estén dispuestos a aplicar algoritmos de predicción para identificar posibles riesgos de violencia y fuga.

Si el cronograma de reinserción de los reclusos abarca planes deportivos, educativos y de capacitación, sus metas y logros no pueden ser vulnerados. Los robots y la inteligencia artificial no entienden de aprietes, sobornos ni amenazas a familiares, del mismo modo que sus sistemas no permiten la introducción de elementos prohibidos, como un teléfono celular que pueda infiltrarse y ocultarse.

El caso es novedoso, alentador, sustentable y desafiante, y aunque se conozca muy poco y suene aterrador, es definitivamente excitante.

La política de seguridad del futuro se escribe hoy. Resistirse al cambio es perpetuar un sistema que ya no da respuestas. Es hora de animarse a pensar distinto.

Temas:

prisiones robótica inteligencia artificial

Seguí leyendo

Más noticias

Te puede interesar

Más noticias de Uruguay

Más noticias de España

Más noticias de Estados Unidos