Sin embargo, los actuales líderes de la barra de Peñarol le han negado el ingreso y esto ha causado malestar en el delincuente. De hecho, la Policía sospecha que fue el responsable de impulsar los incidentes en el partido con Cerro, a raíz de esta situación.
Suárez, por haber desarrollado su vida en Cerro Norte, tiene influencia sobre la hinchada de Cerro, que buscó y logró suspender el partido disputado con Peñarol en el Campeón del Siglo.
El hecho de que el delincuente quiera ingresar a la hinchada no significa que frecuente las tribunas, pero sí que su organización pueda tener presencia allí.
Suárez salió de prisión en 2023, luego de que fuera condenado a dos años y cuatro meses de cárcel por tráfico ilícito de drogas.
La condena del "Betito" fue especialmente celebrada por el entonces ministro del Interior, Jorge Larrañaga, que en una de sus últimas apariciones públicas catalogó a la imputación como un “claro y contundente” mensaje de que “manda la ley, no los delincuentes”.
En febrero de este año, Suárez fue baleado cerca de un supermercado que está a nombre de su pareja.
El negocio
Los líderes de los barras bravas y su séquito no solo quieren pertenecer, sino también buscan obtener dinero a cambio. Para esto, el diálogo y las negociaciones con los dirigentes de los clubes son fundamentales, informaron fuentes de la Policía a El Observador.
¿Por qué las hinchadas de Nacional y Peñarol son las más “fuertes”? La respuesta, según fuentes policiales, radica en las competencias internacionales, más allá de los partidos por los torneos locales.
Algunos encuentros internacionales son catalogados por la Policía como “de alto riesgo”, y esto implica el despliegue de un operativo especial para evitar enfrentamientos fuera de los estadios.
En el medio, la colaboración de los barras es fundamental. Una fuente que estuvo a cargo de varios operativos explicó a El Observador que la “ecuación es simple”. “A un club grande, por un partido internacional le ingresa entre US$ 500.000 y US$ 700.000 si es local”, contó.
En las negociaciones los referentes de las hinchadas piden a los dirigentes un porcentaje de esa ganancia, con el fin de mantener la paz en la tribuna, confirmó El Observador con al menos tres fuentes policiales y políticas.
El monto, luego, se divide entre los integrantes de la barra y las autoridades le pierden el rastro al dinero.
La presión que ejerce la hinchada de los clubes sobre la dirigencia no solo va en dirección a evitar heridos o confrontaciones con las parcialidades rivales, sino también a cumplir con la reglamentación de Conmebol sobre la conducta de las hinchadas dentro de los estadios.
Esto último refiere a las sanciones –económicas o de quita de puntos– que pueden caber a los clubes si sus hinchadas tiran objetos contundentes al campo de juego, fuegos artificiales durante el partido o bombas de estruendo hacia el interior de la cancha.
Traspaso de mando y una barra debilitada
¿En qué contexto se da el intento del "Betito" de entrar a la barra de Peñarol? El jefe actual, Emiliano Corbo, anunció hace algunos meses que se alejaría de la barra. “Tengo 40 años, cinco hijos y me crié en la tribuna”, declaró Corbo en Las Voces del Fútbol (El Espectador Deportes).
En esa entrevista, el hincha mirasol explicó que hoy la barra “está controlada” por él y que “en la tribuna no hay robos”, algo que sí sucedió en 2016, año en el que Peñarol inauguró el Campeón del Siglo.
Corbo contó que dejará la barra de Peñarol para dedicarse a la representación de futbolistas, ya que consideró inviable que una familia "le dé un jugador a alguien de la barra”.
Quien aparece como su sustituto es Emiliano Forlani, según datos que obtuvo el Ministerio del Interior en el último año.
El dinero para las barras
El consultor en seguridad privada Fernando Vaccotti contó que la transferencia de dinero hacia las barras bravas uruguayas es “evidente”. “Es un hecho, ¿cómo viajan?, ¿cómo compran entradas que muchas veces salen miles de pesos?, ¿cómo acceden a defensas jurídicas que son carísimas?”, se preguntó el experto.
Vaccotti contó que en sus diversas investigaciones sobre el fenómeno se reunió con referentes de las hinchadas. “En muchas ocasiones quedás por fuera de las conversaciones porque tienen un dialecto muy específico”, añadió.
El poder fuera del estadio
Además de disputarse el mejor recibimiento y quién canta más en los partidos, muchas veces ese enfrentamiento se traduce al exterior. El barrabrava de Peñarol Erwin “Coco” Parentini ingresó a la hinchada siendo menor y a los 19 años cayó preso por primera vez, por tenencia de drogas.
Luego, su carrera fue “en ascenso” y se hizo conocido por estar vinculado a varios hechos de violencia en el deporte. Además, otra vez preso, la Policía lo vinculó como la persona que ordenó el asesinato de un hincha de Nacional. Un parcial aurinegro circulaba por la calle Presidente Berro y disparó varios balazos hacia 8 de Octubre, donde Lucas Langhain –un simpatizante tricolor de Artigas que festejaba la obtención del Campeonato Uruguayo en 2019– recibió un disparo y falleció a los pocos minutos.
El asesino se llama Esteban Costa, quien a cambio de matar a un hincha de Nacional, recibió algunos gramos de pasta base.
La situación en Nacional
En el caso de Nacional la situación es diferente y el núcleo duro de la hinchada se encuentra “debilitado” por algunos sucesos que implicaron la muerte y la prisión de integrantes del grupo. Según fuentes policiales, en ese contexto es que se dieron varios enfrentamientos en la tribuna en los últimos tiempos.
A mitad del año pasado, parciales tricolores fueron detenidos en Argentina por un intento de robo al Banco Macro en San Isidro. Los delincuentes buscaron hacer un túnel e ingresar a la entidad bancaria.
Entre los involucrados se encuentra Alan Lorenzo, líder de La Banda del Parque, además de otros tres referentes. La Policía uruguaya tiene indicios de que Lorenzo sigue dictando órdenes desde Argentina, porque ha sido difícil para los tricolores encontrar un referente.
Otras personas que buscaban liderar la barra bolsilluda fueron asesinadas en Uruguay. Uno de esos casos es el de Mauro Martínez –conocido como “el gordo Mauro”– quien fue baleado mientras jugaba un partido de fútbol 5 en la zona de Paso Carrasco. Martínez había sido víctima de dos intentos de homicidio antes de morir en octubre de 2024.
El otro hincha que fue asesinado y estaba vinculado a la barra es Edgar Froste, un hombre de 34 años asesinado en Nuevo Ellauri, cuando cinco delincuentes lo acribillaron a balazos. Era el padre del juvenil de Montevideo City Torque, Gerald Froste, quien había sido asesinado el 25 de diciembre.
Edgar Froste ya había sido baleado en otras oportunidades, y también una menor de 12 años que había recibido un disparo en la espalda en una represalia contra él.