La suya es una campaña de supervivencia. La lanzó sin estridencias, sin aparato, sin aliados de peso. Pero con una obsesión: demostrar que todavía tiene lugar en la conversación política. Para eso necesita volumen, votos, y una épica que ya no lo acompaña. La Ciudad que gobernó durante ocho años hoy es un terreno hostil, más libertario que progre, más iracundo que racional.
Horacio Rodríguez Larreta y su estrategia para pelear contra el PRO
Su estrategia fue clara: mostrarse como el gestor que fue. Recordar las obras, la infraestructura, la planificación. Volver al modo PowerPoint, al Larreta que hacía promesas con números y gráficos. En los spots habla de “transformar sin gritar”, “resolver sin destruir”. Apunta al votante que no se radicalizó, al porteño que extraña cierta previsibilidad. Pero ese electorado es cada vez más chico.
Dentro del PRO lo miran con desconfianza. Jorge Macri lo ignora. Patricia Bullrich no le perdona que haya querido jubilarla. Y Mauricio Macri, directamente, lo quiere fuera. El conflicto con los dos primos es puro fuego cruzado. Horacio le reclama a Jorge haber armado una gestión sin continuidad. Jorge le contesta que “la Ciudad ahora está ordenada”. Traducido: el legado de Larreta no importa más.
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Horacio Rodríguez Larreta; su "The Last Dance" porteño marcado por la pelea con Mauricio Macri y el PRO.
Lejos de Mauricio Macri pero también de Javier Milei
El distanciamiento con Mauricio Macri es irreversible. La interna de Juntos por el Cambio dejó heridas abiertas. Macri nunca le perdonó a Larreta haber querido independizar al PRO, abrirlo, ensancharlo. Larreta no le perdona a Macri haberle soltado la mano a último momento y entregado el partido a Bullrich y Milei. En este escenario, su candidatura es también un desafío al expresidente.
Pero no tiene red. Esta campaña lo expone. Si no logra un resultado de dos dígitos, sus adversarios internos —que son casi todos— van a aprovechar para borrarlo del partido. Ya se habla de una “limpieza” post-elección. Larreta lo sabe. Por eso repite que esta es una campaña “con convicción, no con cálculo”. Pero en el fondo, todo es cálculo.
La apuesta electoral de Horacio Rodríguez Larreta
La elección del domingo es la última puerta que le queda abierta. Si consigue un buen resultado, vuelve a la mesa de discusión sobre el futuro del PRO. Incluso podría proyectarse como contendiente para recuperar la Jefatura de Gobierno en 2027. Pero si queda lejos se convierte en una nota al pie. Una figura del pasado reciente sin espacio en el presente inmediato.
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Horacio Rodríguez Larreta; su "The Last Dance" porteño marcado por la pelea con Mauricio Macri y el PRO.
En los recorridos barriales, todavía hay quien lo reconoce como “el que hizo las bicisendas” o “el de las obras”. Pero también hay fastidio. Por la alianza fallida con Lousteau, por el tono plano, por no haber enfrentado con más firmeza al avance libertario. Larreta busca reconectar con esa porción del electorado que no se fanatiza. Pero no es fácil: hoy el centro es un lugar vacío.
Lo acompaña un equipo chico, sin grandes nombres, sin el respaldo de lo que fue la maquinaria del PRO. No tiene intendentes, ni gobernadores, ni exministros haciendo campaña por él. Tiene, eso sí, algo de memoria política. Y una certeza: no puede quedar afuera de esta elección sin desaparecer.
En la interna del PRO ya le sacaron la ficha. Saben que, si no da el batacazo este domingo, es cuestión de tiempo para que lo empujen afuera. Algunos incluso ya discuten quién se queda con lo que queda de su armado. Él, mientras tanto, se juega a fondo. Porque no tiene otra.