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8 de febrero 2025 - 5:00hs

La curiosidad fue lo que llevó a Victoria Alonso a dejar su Argentina natal y viajar a Estados Unidos. Llegó a ese país con la intención de ser actriz y terminó siendo productora, primero enfocada en el trabajo de efectos especiales y después ya en el encare más global de los proyectos.

Su nombre está en los créditos de películas como Shrek, El gran pez y Cruzada, pero está asociado principalmente a la etapa que tuvo dentro de Marvel Studios, el imperio cinematográfico más potente de Hollywood durante las últimas décadas. Alonso, que dice que su superhéroe favorito es Mafalda, entró cuando la empresa estaba trabajando en su primera película, Iron Man, y llegó a ser una de las principales jerarcas hasta su salida en 2023.

Las versiones sobre esa desvinculación fueron múltiples, y Alonso advierte que no habla del tema. En aquél momento el abogado de la productora argentina dijo que su despido tuvo que ver con su defensa de la inclusión y la diversidad en las películas ante una política empresarial que abogaba por ocultar ciertas expresiones para que las películas pudieran venderse a países más conservadores. “Victoria, una latina gay que tuvo el coraje de criticar a Disney (la dueña de Marvel) fue silenciada. La echaron cuando se negó a hacer algo que creía que era condenable”, decía aquel mensaje, y durante su charla con El Observador, la productora hará alguna referencia a esa situación.

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La otra versión fue que había infringido una cláusula en su contrato al producir Argentina, 1985, a la que considera como “la película de su vida”. Sobre ese proyecto, así como sobre la inclusión en el cine, su experiencia en Marvel, y temas como el rechazo, el marketing y el poder de las historias fueron algunos de los temas que Alonso trató en una master class que dio hace algunos días en el marco del JIIFF (José Ignacio International Film Festival) que la trajo a Uruguay durante algunos días.

Alonso fue además parte del jurado del JIIFF Lab, un espacio en el que se presentaron ocho proyectos cinematográficos latinoamericanos para ser trabajados.

En ese contexto Alonso —que tiene como proyectos futuros el establecimiento formal de su propia productora, una película de fútbol hecha junto a la productora de David Beckham y la publicación de un libro de memorias— habló con El Observador sobre su experiencia en Hollywood y la situación actual del cine en esta parte del mundo y en el país donde reside.

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¿Cuáles fueron los consejos o momentos de tu carrera, cuando estabas empezando, que te hicieron decir 'ah, esto se hace así?

Yo aprendí mucho mirando cómo la gente se movía y maniobraba, pero aprendí mucho más sobre qué no hay que hacer. Que me parece, en cierta manera, una gran lección. A veces, cuando tenés la capacidad de poder ver cómo otra persona se maneja en momentos de crisis y solamente sos audiencia, es un momento muy importante para decir, ‘¿y si yo lo tuviera que hacer, qué haría?’. Me acuerdo de que una productora amiga, que tendría diez años más que yo, me dijo ‘lo más importante que vas a aprender es a tener paciencia al hecho de que no vas a tener paciencia’ y tenía razón, porque muchos de nosotros que somos productores, que somos personalidades tipo A, que tenemos que tener el control, que tenemos que tener todo organizado el plan A, B, C, D y X, parte de nuestra locura es que si no sale ¿qué? Y si la crisis número 48 viene, ¿qué? Para estar preparados, ¿no? Para proteger a tu equipo.

Me imagino que uno termina aprendiendo a manejar la presión de una forma que quizás los que no nos dedicamos a la producción no podemos.

Lo que pasa es que la producción es una licuadora constante, una olla de presión constante. A veces más, a veces menos. Podés estar filmando y viene un huracán y tenés que levantar la compañía entera, o puede ser que alguien que tenía que filmar ese día se descompuso, o que haya un accidente de dos de los camiones que tenías, siempre hay algo. Lo lindo de la producción no son las crisis (risas), pero sí que todo es muy cambiante y, a veces, te agarra un poco al desnudo. Decís ‘esa no la pensé’, porque nos sorprendemos todo el tiempo para bien y para mal.

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Cuando venís, ves lo que está pasando acá, los proyectos que están en la vuelta, con tu mirada como alguien está en Hollywood. ¿Cómo está la industria audiovisual en esta parte del mundo en este momento?

Está en un momento muy diverso en cuanto a géneros. Hay películas de terror, comedia, sátira, otras que son puro drama, hay películas de acción, hay de todo. Eso me parece que es muy importante para que nuestra gente tenga una manera de sobrevivir a las olas que vienen a Hollywood, porque en este momento en Hollywood si no tenés una comedia o una película de acción es muy difícil venderla, es lo que se está comprando. A mí lo que me sorprendió mucho, para bien, es que están casi todos los géneros representados, y muy bien. Antes era manzana o banana. Por ahí alguna naranja (risas). Ahora hay bananas, manzanas, naranjas, mango, frutillas, uvas, tenemos todo lo que hace que nuestra gente se pueda expresar de todas las maneras y que pueda representar a todos los grupos de audiencia que siempre esperan algo nuevo y diferente.

¿Cómo es el llevar lo que se hace acá al resto del mundo? ¿Es más fácil o más difícil que antes?

Es más difícil y es más fácil. Es más fácil porque gracias a las plataformas de streaming hemos tenido la capacidad de no solamente llegar a audiencias de todo el mundo, sino también a que el público se acostumbrara a ver cosas en idiomas que no son el suyo. Hubo un momento en donde si la película tenía subtítulos, el mercado no lo quería. Ahora lo quiere. Esa es la parte más fácil. Lo más difícil es que hay una gran cantidad de volumen de producción, y que lo que te llega a tu mercado no me llega a mí que estoy en otro. Muchas cosas que se pueden ver en Uruguay o Argentina y a veces en España, a mí no me llegan en Los Ángeles, aunque todos tenemos las mismas plataformas. Pero los mercados están muy segmentados en lo que supuestamente la data que tienen le dice que quieren, entonces estos viajes me ayudan para ver ciertas cosas que a mí no me llegan.

¿Al mundo le interesan las historias que se hacen acá?

Sí, a nivel internacional creo que hay una gran apertura de la audiencia que quiere nuestro arte latinoamericano. A nivel distribución, por ahí lo que tenemos que hacer es tener un poco más de presencia en todas partes, pero después siempre seguimos creando a través de todas las crisis mundiales. El cineasta crea, el director dirige, la escritora escribe, los productores producimos, y lo bueno sería tener una mayor máquina distribuidora que nos pueda dar el a nivel global a todos los mercados.

¿Venir de esta parte del mundo te da ciertas herramientas que quizás un estadounidense no las tiene?

Mirá, lo he hablado mucho acá. Uruguay no sufre de los mismos dolores de cabeza que nosotros, pero en Argentina las cosas no funcionan. O sea, es la norma. Entonces, ¿qué pasa? Desde muy chiquititos pensamos en que si no llega el ómnibus, camino 10 cuadras y me tomo la otra línea. Y si no llega ahí, hacés otras dos cuadras a la casa de tu tía, porque ahí tu tío sale y te puede llevar. Y si no, vas a lo del vecino de la esquina, que tiene el teléfono, llamás y pedís que te vayan a buscar. Porque encima llueve. Entonces salís una hora y media antes y tenés cinco planes alternativos. Eso para producción es un regalo de Dios. Porque estás siempre preparada para la aventura. Capaz alguien de Estados Unidos está igual de preparado y previene igual, pero nosotros lo tenemos completamente integrado y cuando pasa algo no nos enojamos tanto, no te hundís en el abismo de problemas.

Como alguien que ha hecho toda su carrera en Hollywood, ¿le dirías a alguien que es un objetivo o que más allá de las diferencias apueste a hacerlo desde acá?

Depende de lo que uno quiere. Yo odio que me digan lo que tengo que hacer, es algo que está documentado (risas), pero entiendo que para cierta gente lo más importante es crear en su tierra natal y para otra gente es experimentar otra cosa. Entonces, para la gente que quiere experimentar otra cosa, es importante que se sientan que pueden llegar a un lugar en donde el éxito no está confirmado pero está la posibilidad de tenerlo. Lo más importante es estar abierto a las posibilidades, porque uno nunca sabe. Por ahí venís a Estados Unidos con la idea de que va a ser una cosa y lo que te encontrás es algo completamente diferente pero te abre los ojos de una manera creativa, muy grande, y quizás si te hubieras quedado en tu tierra natal no la hubieras tenido.

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