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18 de mayo 2024 - 5:00hs

El domingo 4 de julio de 1976 se cumplía el bicentenario de la Independencia de Estados Unidos, mientras él nacía en el Hospital Militar de Montevideo. Quién le diría que algunos años después tendría un hijo en ese país norteamericano, que, además, jugaría en Real Madrid y que defendería a esa selección de Concacaf.

Marcelo Romero heredó Clever como primer nombre, debido a que así se llama su papá, quien trabajaba como chofer en el Ejército.

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Marcelo Romero fue a ver a su hijo a Croacia

Marcelo Romero fue a ver a su hijo a Croacia

“Lo quería matar por ponerme Clever, pero después, con el tiempo, me empezó a gustar”, cuenta Marcelo entre risas desde Croacia a Referí. Está allí porque su hijo Manuel, de 15 años, el mismo que defiende a Real Madrid, juega un campeonato internacional con el seleccionado estadounidense.

El remontar de una vida

Vivían en Las Piedras y a sus cuatro años, se mudaron para Colón.

“Jugábamos con mi primo en la calle y pasó un hombre que nos decía que nos podía llevar a Peñarol y después en Yegros, mi club de baby, mi primo se fue a Peñarol y Defensor me invitó. Estuve a préstamo en Rocha de baby, en Cerromar del Cerro, fuimos a jugar a Neuquén un torneo y fuimos campeones, y jugué con la selección de La Teja y de Montevideo. En Yegros, jugaba como delantero y cuando éramos visitantes, a un camión le ponían dos bancos en los costados y nos llevaban a todos, con padres incluidos. ¡Qué época!”, recuerda.

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Marcelo Romero de paseo

Marcelo Romero de paseo

María Elena, su mamá, lo llevaba a entrenar, pero también trabajaba mucho. Marcelo cuenta que, con el paso del tiempo, se iba con ella. “Tenía problemas de corazón, y desde mis 12 años, hasta los 18, yo hacía de todo. Ella cocinaba en un bar, el Bar Treinta y Tres de Durán y Garzón, y yo limpiaba el bar. Iba para que ella no tuviera tanto trabajo. No me pagaban nada”.

Pero hizo de todo. “Repartí leña, junté uvas en un viñedo, cortaba el pasto. Ahí ya me pagaban y ayudaba en casa. Era muy madrero. En los estudios no me iba bien y trataba de ayudarla a ella. Dejé el fútbol cuando mi mamá estaba bastante jodida. Dejé Defensor y trabajé en una casa de repuestos. Querían que volviera. ‘Imposible’ –les dije–, ‘tengo que llevar dinero a mi casa’. Ahí, Defensor me echó una mano tremenda, me igualó lo que cobraba y volví a jugar al fútbol”, explica.

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Defensor Sporting en 1996; arriba, Leonardo Romay, José Chilelli, Leonardo Sum, Ruben Dos Santos, Alejandro Traversa, Pablo Hernández y Hebert Silva Cantera; abajo, Marcelo Tejera, Marcelo Romero, Sebastián Abreu y Antonio Vidal González

Defensor Sporting en 1996; arriba, Leonardo Romay, José Chilelli, Leonardo Sum, Ruben Dos Santos, Alejandro Traversa, Pablo Hernández y Hebert Silva Cantera; abajo, Marcelo Tejera, Marcelo Romero, Sebastián Abreu y Antonio Vidal González

Y añade: “Pensás que a las personas buenas le pasan cosas buenas, pero a ella no. Tuve la suerte que, cuando murió, justo Defensor puso en ese momento un psicólogo y me ayudó muchísimo”.

Cuando se le consulta por ídolos de su niñez, dice: “Ruben Paz me encantaba. El Chueco Perdomo era mi ídolo también. Marcaban la diferencia en Uruguay. Un partido contra Peñarol, yo era un angelito con 18 años en Defensor y jugué con un algodón en el oído. Me pegó una trompada en un córner, que me sacudió. Le dije de todo, y al final le comenté que era mi ídolo. Que un ídolo te haga eso, te querés matar (se ríe). Pero de todo se aprende, en las malas, también”.

Marcelo jugaba de delantero y a los violetas lo llevó el profe César Santos –¿quién si no?– porque fue el que lo descubrió. “Fue increíble el trabajo que hizo en todas las inferiores. Peñarol me fue a buscar a casa y mi papá le dijo que estaba bien en Defensor”. Hasta Séptima estuvo con Santos y también lo dirigió, entre otros, Rudy Rodríguez. En Primera lo hizo debutar Juan Ahuntchain, luego de que lo recomendara Juan Tejera, el DT de la Tercera.

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Defensor Sporting en la Liguilla 1995 en la que fue campeón: arriba, Leonardo Romay, Leonardo Sum, Cono Aguiar, Ruben Dos Santos, Alejandro Traversa y Pablo Hernández; abajo: Marcelo Romero, José Chilelli, Sebastián Abreu, Gerardo Miranda y Marcelo Tejera

Defensor Sporting en la Liguilla 1995 en la que fue campeón: arriba, Leonardo Romay, Leonardo Sum, Cono Aguiar, Ruben Dos Santos, Alejandro Traversa y Pablo Hernández; abajo: Marcelo Romero, José Chilelli, Sebastián Abreu, Gerardo Miranda y Marcelo Tejera

Con Ahuntchain en Defensor debutó de delantero en un plantel que tenía “a Diego Pérez, Gaby Álvez, Carlitos De Lima, el Ñato (Gerardo) Miranda, Polilla (Da Silva), un montón de gente y todos muy buenos”, cuenta.

Explica que con Marcelo Tejera, jugaba “tipo ‘10’ y cuando él se fue, quedé en su posición. Hasta llegar a Peñarol que estaba Gregorio (Pérez) y lo hice como volante por derecha, y el primer año de Julio Ribas”.

Pero una lesión lo alejó un tiempo insólito de las canchas. “Después que me rompí los cruzados en Peñarol, no andaba tan fuerte y no tenía la misma habilidad. Era la segunda operación de ligamentos cruzados que se hacía en Uruguay y estuve 14 meses sin competir. Fue muy complicado. No me doblaron la pierna con el yeso y me quedó recta un mes y medio. A los siete meses, no me podía subir a una bicicleta, porque seguía con la pierna recta. Empecé a meterme en las bañeras de Peñarol para doblarme la pierna de a poco. No sabía si me iban a echar o no de Peñarol porque hacía poco que había llegado”.

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Marcelo Romero en la actualidad

Marcelo Romero en la actualidad

Fue campeón con Defensor Sporting en la Liguilla de 1995. “Debuté con el Loco Abreu en el mismo partido contra Liverpool. Teníamos 10 hombres porque nos habían echado al Ñato Miranda, y el Loco la agarró con la mano en el área en el Franzini. Lo queríamos matar al flaco (se ríe)”.

Marcelo recuerda que entrenaba con Martín Lasarte en los violetas y al otro año se fue a Rentistas. “Un día jugué de delantero y Lasarte me pegaba por todos lados. Yo saltaba como un angelito para cabecear y me pegaba codazos por todos lados”.

Antonio Vidal González en los violetas, fue quien le puso el apodo que lo sigue hasta hoy. “Me puso Gato porque decía que me parecía a uno: ‘Te metés por todos lados, te caés y te levantás, sos tremendo’, me decía”.

Tras esa Liguilla en la que hizo dos goles, a Nacional y a River Plate, “casi desde la mitad de la cancha”, fue que se encaminó su pase a Peñarol. “Paco Casal era mi representante y me llevó a Peñarol. Tenía la opción de ir a Peñarol o Nacional y no lo pensé, porque soy manya”.

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Marcelo Romero celebrando un gol para Peñarol

Marcelo Romero celebrando un gol para Peñarol

Llegó a Peñarol en 1997. “Debuté contra Nacional en un clásico y ganamos 4-1. No me olvido nunca porque el estadio repleto gritando ‘Romero, Romero’, cuando me sacó Gregorio Pérez y yo saludaba a todo el mundo todo contento. Cuando miré para atrás, venía el Lucho Romero. Los gritos eran para él (se ríe a carcajadas). Él me miraba y se reía. Me lesioné en setiembre y Carlitos De Lima, con 80 años (se ríe), la mandaba guardar. La rompió ese año en Peñarol y ganamos el quinquenio”.

Recuerda los consejos de Pablo Bengoechea cuando llegó a Peñarol. “Era bastante joven y tanto a mí, como a José Franco, (Walter) Pandiani y (Joe) Bizera, nos decía que teníamos que comprar un apartamento antes que un coche. Recuerdo que un compañero se había comprado tremendo coche y se lo hizo devolver para que se comprara la casa primero. Cuando vine a España fue lo primero que hice: compraba propiedades. En Peñarol me compré mi primer apartamento y tuve la fortuna de poder comprar otra casita más”.

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Peñarol en 1999: arriba, Claudio Flores, Marcelo De Souza, Cafú Barbosa, Joe Bizera, Pablo Bengoechea y José Enrique De los Santos; abajo, Gabriel Cedrés, Walter Pandiani, Marcelo Romero, Darío Rodríguez y Antonio Pacheco

Peñarol en 1999: arriba, Claudio Flores, Marcelo De Souza, Cafú Barbosa, Joe Bizera, Pablo Bengoechea y José Enrique De los Santos; abajo, Gabriel Cedrés, Walter Pandiani, Marcelo Romero, Darío Rodríguez y Antonio Pacheco

Dice que sintió “el golpe de pasar de Defensor a Peñarol. Defensor es como más familiar, todos te ayudaban. En Peñarol, ya competía de otra forma, era pura competición que no pasaba en Defensor, y me costó como cinco meses adaptarme. Todos querían jugar y nadie te regalaba nada. Los entrenamientos eran criminales. Con el tobillo doblado, me vendaba para jugar porque quería cobrar los premios. Gracias a Dios, eso me ayudó cuando llegué a Europa”.

Fue bicampeón uruguayo con Peñarol

En 1999, jugó en un notable equipo de Peñarol, que rompió el récord de goles de La Máquina de 1949. Aquel que se le apodó 4x4, porque ganaba por cuatro goles casi siempre.

“Tuvimos un año espectacular. Recuerdo que muchos partidos los ganamos por cuatro goles. En la pretemporada, hicimos 50 kilómetros en dos semanas. Casi nos matan. Pandiani y Franco volaban corriendo allí, y después lo hicieron en el campeonato”.

Allí el técnico fue Julio Ribas, quien llegó para que los manyas volvieran al título y lo consiguió.

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Otra formación de Peñarol en 1999: arriba, Darío Rodríguez, Claudio Flores, Marcelo De Souza, Cafú Barbosa, José Enrique De los Santos y Gabriel Cedrés; abajo, Marcelo Romero, Pablo Bengoechea, Josemir Lujambio, Edgardo Adinofli y Antonio Pacheco.

Otra formación de Peñarol en 1999: arriba, Darío Rodríguez, Claudio Flores, Marcelo De Souza, Cafú Barbosa, José Enrique De los Santos y Gabriel Cedrés; abajo, Marcelo Romero, Pablo Bengoechea, Josemir Lujambio, Edgardo Adinofli y Antonio Pacheco.

Marcelo dice que el entrenador “usaba aquel chaquetón aunque hiciera 40 grados. Levantaba las manos para que no nos hicieran goles (se ríe). Era un adelantado de su época. Hoy todos miran videos y él ya lo hacía. Traía 10 videos a la concentración y lo que hacía el rival. Te mostraba cuatro partidos en cuatro videos distintos. Hacíamos mucho trabajo reducido que no se hacía en ese momento. Entonces, en 1999 volábamos y ganamos muy bien ese título”.

¿Una anécdota con Ribas? “Creo que jugábamos contra Palmeiras de visita y nos pitaron un penal en contra en la hora. Y me gritó: ‘¡Tirate al suelo!’. Yo le contesté: ‘No jodas…’. Y replicó: ‘¡¡Tirate al suelo!!’, como que me habían tirado una pedrada. Pasaron como 5 minutos mientras habíamos enfriado el partido, y Claudio Flores terminó atajando el penal. Era muy jodido (se ríe)”.

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Julio Ribas celebra el título del Campeonato Uruguayo con Peñarol en 1999

Julio Ribas celebra el título del Campeonato Uruguayo con Peñarol en 1999

En el clásico de noviembre de 2000, hubo una riña general entre jugadores de ambos equipos y en la que también participó Julio Ribas. Tanto él como seis futbolistas aurinegros y tres tricolores, fueron a prisión.

“Aquel clásico no lo jugué porque Julio (Ribas) me dejó afuera porque venía de jugar en la altura de La Paz con la selección uruguaya con (Daniel) arella como técnico y logramos un buen empate. Pero cuando vi el lío, entré al campo y estaban (Gustavo) Varela, (Mario) Regueiro, el Chengue (Morales), OJ (Morales), con los que había estado en la selección unos días antes, todos peleando. Yo estaba en frío y entré a separar. Fue una locura que llevaran a los futbolistas a la cárcel”, dice.

Aquí se pueden ver los incidentes entre Peñarol y Flamengo tras la semifinal de la Supercopa 1999

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De la pelea que no se salvó fue la generala que hubo en la semifinal de la Supercopa 1999 contra Flamengo. Peñarol ganó 3-2, pero había perdido 3-0 y quedó eliminado. En el partido, Pandiani tuvo un cruce con un rival y cuando terminó el partido, se armó. “Sí, hubo de todo. Arranqué separando y después seguí metiendo porque era una generala tremenda. Se tiraron de cabeza al túnel. Fue tremendo”.

La llegada a Europa

Marcelo tenía todo arreglado con Napoli de Italia, a los pocos meses de haber llegado a Peñarol. “Pero me lesioné. También cuando se fue el Loco Abreu a San Lorenzo, querían que me fuera con él. Venía de jugar con la selección en Israel, en mi debut. Era muy joven y me asusté. El Loco se fue. Y esperé varios años para ir a Málaga, hasta 2001".

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Marcelo Romero con Málaga ante Athletic de Bilbao

Marcelo Romero con Málaga ante Athletic de Bilbao

Y sigue: "Me contrtaron porque Gonzalo De los Santos se fue para Valencia y se empezó a mover todo. Joaquín Peiró fue mi primer técnico. Me miró y preguntó: ‘¿Qué me trajeron?’. Claro, Gonzalo De los Santos medía 1,90 y yo era más chiquito. Hasta le contrataron a otro volante. Un día, el Cabeza (José Luis) Zalazar, –quien entonces trabajaba con Paco (Casal)– me dijo: ‘O te ponés las pilas para marcar más fuerte, o te echan’. Le contesté: ‘No te preocupes’, y empezaron a volar muñequitos para todos lados en los partidos (se ríe)”.

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Marcelo Romero el día que marcó notablemente a Zinedine Zidane en un Málaga-Real Madrid

Marcelo Romero el día que marcó notablemente a Zinedine Zidane en un Málaga-Real Madrid

Allí tuvo que marcar a varios monstruos del fútbol y con uno le fue brillante.

“Lo que me abrió más las puertas de Málaga fue cuando jugué mi segundo partido de Liga en el Bernabéu, contra Real Madrid de Los Galácticos. Jugaban Figo, Zidane, Ronaldo, Raúl… Y Zidane ni la tocó. Lo seguí hasta debajo de la cama. Empatamos 1-1. Me quería matar. Después, Paolo (Montero), quien había sido su compañero en Juventus, me dijo: ‘¿Qué le hiciste a Zidane? Estaba recaliente porque no lo dejabas mover’. Parece que lo llamó para preguntarle quién era yo. Durante el partido, me partió la cabeza de un codazo porque no lo dejaba tocar la pelota. Eso fue un antes y un después para mí, porque me asenté en el equipo y en España”, recuerda.

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Marcelo Romero no la pasó bien ante Pablo Aimar en un Valencia-Málaga

Marcelo Romero no la pasó bien ante Pablo Aimar en un Valencia-Málaga

Pero también cuenta las perdidas. “(Pablo) Aimar me pintó la cara. Jugaba en Valencia y ese año salió campeón contra nosotros en Málaga. Jugué un tiempo y el técnico me sacó. Tuve a Gregorio Manzano como técnico y llegó con el profe (Óscar) Ortega, y ahí lo conocí. De ahí se fue con el Cholo (Diego Simeone) a Racing de Avellaneda, cuando empezó como técnico”.

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Marcelo Romero en Málaga, marcando a Xavi Hernández de Barcelona

Marcelo Romero en Málaga, marcando a Xavi Hernández de Barcelona

Con el club andaluz, Marcelo ganó la Copa Intertoto, un torneo internacional que clasificaba a la Copa UEFA, hoy Europa League.

Dejó el fútbol y lo volvieron a llamar

A los 30 años decidió dejar el fútbol. Así nomás. Tajante.

“Me aburrí de cierta manera. Nos tuvieron siete meses parados en Málaga con una ley concursal, a mí, al Chengue y a OJ; no nos dejaban entrenar. Cuando un club debe mucho dinero, como debía el nuestro, le imponen una ley concursal y entonces, me pagaban solo el 30%. Y lo que me debían, me lo abonaban en cinco años. Al final, nos metieron en el último mes de la Liga para que no descendiera Málaga y nos salvamos contra Cádiz de Fleurquin en el último partido”.

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Marcelo Romero, en Málaga, marcando a Darío Silva de Sevilla

Marcelo Romero, en Málaga, marcando a Darío Silva de Sevilla

Recuerda que luego de haberse ido del club andaluz, volvió a dejar el fútbol, pero “un día estaba mirando Peñarol-Liverpool en Uruguay y quise volver a jugar. Me llamaron de Lucena, un equipo de Segunda. No me pagaban nada, pero me entusiasmó para volver a jugar. El equipo estaba casi por descender y estuvimos a punto de clasificarnos a los playoffs para subir de categoría”.

Luego lo ó un amigo para ver si quería ir a Estados Unidos para montar una academia para chicos en Rail Hawks.

“Pero justo llegó la crisis a España y también a Estados Unidos y duré seis meses. Ahí nació Manuel, mi hijo que juega en Real Madrid. Tengo además a otros tres: Micaela de 22 años, Marcelo de 18, y María Elena de 11”.

Sus recuerdos con la selección uruguaya

Su buen rendimiento lo llevó a la selección uruguaya, con la que debutó con el Pichón Héctor Núñez en un amistoso ante Israel en 1995.

“Estuve en la Copa América 97 y en la de 1999, llegamos a la final. Había un lindo equipito. Había firmado Daniel arella como técnico, pero no quiso ir como entrenador a la Copa y fue Víctor Púa con jugadores del medio local prácticamente. Era un equipo B y yo jugaba de suplente incluso. Con Giacomazzi, Pilipauskas, Tony Pacheco y Diego Alonso –que casi no jugábamos– le llamábamos ‘el equipo de los pintados’. Éramos todos suplentes de la selección suplente. Pero al final, los pintados terminaron todos en Europa. Nos levantábamos con Diego Alonso para ver quién era el tercer arquero, para ver si se lesionaba alguno si nos ponían (se ríe)”, recuerda.

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Marcelo Romero con la selección uruguaya en la Copa América 1999

Marcelo Romero con la selección uruguaya en la Copa América 1999

En aquel entonces, la selección concentraba en una casa de retiro en Luque, en las afueras de Asunción, llamado Tupa Rekavo. El recuerdo de Romero no es el mejor: “A las 11 de la noche nos apagaban las luces para dormir. Era como un convento y era horroroso”.

¿Y cuál es su opinión de arella? Así lo define: “Un fenómeno. Uno de los mejores que tuve en mi carrera deportiva. Lo recuerdo con mucho aprecio; una persona con muchos títulos y mucho nombre, y era muy cercano. Había muchos jugadores que venían del exterior como (Nelson) Abeijón, Gonzalo De los Santos, Pablo García en mi puesto, y si tenía que jugar, me ponía, no tenía problemas. Sabía cómo llevar al equipo y cómo tratar a los jugadores. Sabía de balón y de jugar al fútbol, sabía lo que tenía, se adaptaba al equipo rival. Y no le daba vergüenza si tenía que defender todo el partido. Me marcó mucho como entrenador; un espectáculo”.

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Marcelo Romero en la selección uruguaya

Marcelo Romero en la selección uruguaya

Luego le llegó la oportunidad de disputar el Mundial de Corea-Japón en 2002. Jugó ante Francia y el recordaro 3-3 contra Senegal,

Así lo recuerda: “Fue un pasaje muy corto en esa Copa del Mundo a la que íbamos con mucha ilusión. Esperábamos más y no pudimos pasar esa primera fase. Dentro de lo que se esperaba en ese Mundial, el equipo dio la cara. Recuerdo el partido ante Senegal, como lo recordamos todos. De ir perdiendo 3-0 a empatar 3-3, y a tener la última con el cabezazo del Chengue (Morales), con el que lo hubiéramos podido ganar”.

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Marcelo Romero con la selección uruguaya ante Francia en el Mundial de Japón-Corea 2002

Marcelo Romero con la selección uruguaya ante Francia en el Mundial de Japón-Corea 2002

Y añade: “A modo de nombres, había un equipazo. Se pudo haber hecho más. Yo había salido al término del primer tiempo contra Senegal y vi desde la tribuna la reacción del equipo. Con ese cabezazo del Chengue al final, me quería matar. Porque hubo un gol de ellos fuera de juego, y el resultado era injusto. Era un 3-0 sin que hubieran hecho mucho. Ellos provocaron una situación de burla. Diouf empezó a dominar la pelota y se la puso en el cuello y arrancamos todos a pegarle, y el árbitro terminó el primer tiempo. Nos estaba sobrando y siguió una pequeña batallita en el túnel que fue brava. Eso nos hizo despertar”.

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Marcelo Romero con un trofeo ganado con Málaga

Marcelo Romero con un trofeo ganado con Málaga

Tras su retiro como jugador, comenzó su carrera como técnico, pese a que él no quería.

“Mi mujer Sandra, quien es malagueña, me obligó a que hiciera el curso de entrenador y yo pensé que no valía la pena porque iba a putear a todos por mi forma de ser. Pero la verdad es que se lo agradezco, porque ni bien lo terminé me llamaron de Málaga en 2013 como segundo entrenador de Javi Gracia”, recuerda.

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Marcelo Romero como entrenador de Málaga

Marcelo Romero como entrenador de Málaga

Luego estuvo Juande Ramos, a quien Romero había tenido de entrenador. “Fui el segundo de él. Estuvo medio año, lo echaron y yo asumí de técnico principal”.

Manuel, uno de los hijos de Marcelo, juega desde hace algunos años en las divisiones formativas de Real Madrid.

“Le queda un año más de contrato. Está en segundo año de Quinta. Estaba de lateral y ahora juega como extremo izquierdo y es el segundo goleador del equipo con 18 goles. Pero espero que juegue de lateral, porque hay pocos en esa posición (se ríe). Le quieren renovar dos años más”, explica.

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Manuel Romero, el hijo de Marcelo Romero, festejando un gol para Real Madrid, su equipo

Manuel Romero, el hijo de Marcelo Romero, festejando un gol para Real Madrid, su equipo

Vive con la familia en Madrid para estar más cerca de Manuel y acompañarlo. “Ahora estoy con él en Croacia porque fue llamado por la selección sub 15 de Estados Unidos y juegan contra Croacia, Inglaterra y Marruecos. En el otro grupo están Portugal, Japón y Francia. En julio del año pasado estuvo con la selección uruguaya entrenando 15 días con Edgardo López Báez. Tiene también la posibilidad de defender a la de España por mí y su mamá. Ahora, la que más se está preocupando por él es la de Estados Unidos y lo valoran”.

Aquel jugador que metía goles y luego se destacó por su juego aguerrido, hoy tiene una escuela de fútbol en Madrid. “Vienen chicos de Estados Unidos a estudiar y yo los entreno de forma más lúdica”.

Romero, el Gato, el de Defensor Sporting, Peñarol, la selección uruguaya y Málaga, dejó su legado en las canchas, en una vida a puro sacrificio.

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