La mascota vivió hasta los 22 años y fue enterrada en la chacra del Rincón del Cerro
Archivo: José Mujica y su perra Manuela
El expresidente de la República José Mujica había dicho en varias ocasiones que su vínculo con su perra Manuela era de los más fieles que había cultivado y hasta pidió ser enterrado junto a ella cuando muriera, hecho que sucedió este martes a los 89 años.
La perra, de tres patas, había muerto en 2018 a sus 22 años y fue enterrada en la chacra de Rincón del Cerro, en donde por entonces vivía Mujica junto a Lucía Topolansky.
Tras la muerte de la mascota, Mujica renunció a su banca en el Senado y confesó extrañar al animal.
Manuela nació en Paysandú y es hija de Dunga, la perra de la hermana de Topolansky. "Ella es medio marca perro, pero tiene algunas características de Foster", comentó Topolansky en una entrevista cuando Mujica todavía era presidente de la República.
Una niña vecina de Mujica le puso ese nombre por la tortuga Manuelita. Antes de estar castrada, la perra tuvo cría en tres oportunidades con perros de ese barrio.
Pero Manuela no fue la primera mascota que tuvo el matrimonio referente de la izquierda, antes tenían una perra ovejera alemán. Al principio la relación entre ambos animales no fue fácil, pero "al final se hicieron amigas" y "salían juntas a cazar".
La compañera de Manuela fue envenenada y desde entonces, la perra de tres patas quedó "como la reina de la casa" y cuando se hizo mayor tuvo otros permitidos como "estar adentro" y "dormir al lado de la cama", contó Topolansky.
Hace aproximadamente 20 años la perra perdió una de sus patas en un accidente con el tractor que manejaba Mujica.
Manuela se encontraba acompañando a Mujica, quien iba manejando el tractor, y fue corrida por otros perros del lugar. El animal escapó en dirección hacia el vehículo que manejaba Mujica, que si bien frenó, no pudo evitar llevársela por delante.
El tendón del animal quedó colgando y otra perrita "cazó" la pata que estaba herida.
"Le encanta ir en el auto. Cuando empiezo a armar el bolso porque nos vamos para Anchorena, ya sabe que ella va. Cuando Pepe va a viajar se da cuenta, porque aparece la otra valija", fue una de las anécdotas que Topolansky contó durante la Presidencia de Mujica.
"A Pepe, es increíble como lo extraña. Cuando se enfermó, en el año 2005, que él estuvo un mes en el hospital, yo iba a las seis de la mañana a cuidarlo y volvía a las seis de la tarde. Y cuando llegaba en el auto, ella estaba ahí esperando. ¿Qué esperaba? Que se bajara Pepe. Y estaba toda contenta y después… las orejitas pa´abajo. El día que llegó parecía que se le iba a salir la cola de la alegría", relató la exvicepresidenta.