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7 de junio 2025 - 5:00hs

Dicen que en los primeros 100 días de gobierno —esos que llaman “luna de miel” dada la alta aprobación popular que suelen gozar los presidentes—, los mandatarios estampan su estilo.

¿Cuál es el estilo de Yamandú Orsi? El historiador y politólogo Gerardo Caetano explica que el actual presidente “no es un hombre de anuncios, tampoco de la confrontación y no ha buscado una afirmación tan fuerte de la centralidad de su poder, lo que lo diferencia de su antecesor inmediato”.

Ese perfil más bajo y “menos ejecutivo” lo reflejan los números. Orsi es el presidente que menos decretos aprobó desde que hay registros públicos en el portal web de Presidencia: 35 (la mitad que Luis Lacalle Pou o el segundo mandato de Vázquez). Y su visibilidad mediática también estuvo teñida por la coyuntura.

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Porque la “luna de miel”, cuando existe, no es solo el presidente, sino el hombre y sus circunstancias. La pacificación tras la dictadura le dio la impronta al primer gobierno de Julio María Sanguinetti, así como la pandemia pintó de arranque el mandato de Luis Lacalle Pou.

La consultora Global News lo midió: Lacalle Pou —en aquel affaire de conferencias interminables que los informativos de TV transmitían en vivo estirando la duración de los programas al extremo— ocupó 7.522 minutos de aire en sus tres primeros meses. Orsi, en cambio, 1.428 minutos en un mismo período.

“El facto ‘luna de miel’ no siempre se da, porque es la coyuntura la que suele dar la impronta”, insiste Caetano, recordando que el término “luna de miel” surgió luego de que en 1933 el presidente estadounidense Franklin Roosevelt haya enviado un bombardeo de textos al Congreso y que fuera aprobados sin casi debate para salir de “la gran depresión”.

La coyuntura actual, la que le da la pátina a los 100 primeros días de Orsi en el poder, refleja una situación fiscal “peor de lo que esperaba” el hoy presidente, tres renuncias que desviaron la atención y una bomba de tiempo como la Caja de Profesionales que acaparó la agenda. Una coyuntura bien distinta a la de su antecesor.

Luis Lacalle Pou se mostró “el hombre de Estado” capaz de conducir al país contra la pandemia. Fue una especie de capitán en el duro partido frente al covid-19 en la altura de La Paz, siguiendo la analogía futbolera que usó el grupo científico que lo asesoró durante la emergencia sanitaria. Impuso el slogan “libertad responsable”, acaparó el vivo de los informativos centrales de televisión con conferencias desde la Torre Ejecutiva, reabrió las escuelas antes que el resto de la región y, en medio del titubeo sobre la evitabilidad o no de las muertes, envió al Parlamento la polémica ley de urgente consideración con 135 artículos.

Cinco años antes, Tabaré Vázquez había desempolvado su túnica de doctor. Se reveló como el presidente “higienista” que en los 100 primeros días intentó “poner la casa en orden” tras los cuestionamiento a la gestión de su antecesor José Mujica. Propuso la creación del Sistema Nacional de Cuidados, puso en el tapete una nueva regulación del alcohol, encajonó el proyecto Aratirí y el puerto de aguas profundas. Se expuso ejecutivo, poco adepto a los flashes de las cámaras, y las mayores críticas que recibió provinieron de la propia izquierda: por valoraciones sobre Venezuela, por la posibilidad de firmar el acuerdo TISA, por intentar un acuerdo con la Unión Europea sin toda la anuencia del Mercosur.

Mujica, más imprevisible, aprovechó el “viento de cola” de la economía para hablar más que decretar. Insistió con la reforma del Estado, la reconciliación de civiles y militares, la reducción de la pobreza a un dígito y “educación, educación, educación”. Las crónicas del momento cuentan que sus dos acciones más concretas, en esos primeros 100 días de mandato, fue el proyecto de ley que declaraba la emergencia carcelaria y la pacificación del conflicto que tenía trancado los puentes con Argentina.

La cuenta regresiva puede continuar con un primer gobierno de Vázquez marcado por el plan de emergencia, la creación del Ministerio de Desarrollo Social, le ley que le dio la libertad a unos 1.000 presos primarios, el comienzo de excavaciones en unidades militares en busca de restos de desaparecidos de la dictadura y un largo etcétera fruto de la alternancia y la llega de la izquierda por primera vez al poder. Jorge Batlle ideó la comisión para la paz, creó el Ministerio de Deportes. Una segunda istración de Julio María Sanguinetti promovió la ley de seguridad ciudadana que endureció las penas a varios delitos. Luis Alberto Lacalle Herrera envió al Legislativo una batería de textos que buscaban el ajuste tras una inflación “por las nubes” y la actualización de las pasividades. Y un primer Sanguinetti sacrificó la verdad a cambio de la salida en paz de la dictadura que, entre otras medidas, en su “luna de miel” significó la primera amnistía a los tupamaros.

¿Los cien primeros días son clave? La respuesta no es unánime. Cuando se le preguntó al respecto a Julio María Sanguinetti, respondió: “el arranque no dice nada". José Mujica, unos años después de haber dejado el poder, ni siquiera recordaba qué hizo en esa “luna de miel”, salvo la recomposición de lazos con Argentina. Y había dicho que para un país como Uruguay, más que la impronta del presidente importa “la coyuntura económica internacional”.

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Yamandú Orsi Uruguay 100 luna de miel Luis Lacalle Pou

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