Es tarde. Demasiado tarde para estar dando entrevistas. Da igual: Antonio de la Torre se hace un espacio. Sevilla está lejos de Montevideo, la diferencia horaria es cruel con el lado español, pero a él eso no le importa. Hoy se siente cerca de la capital uruguaya por una tristeza que lo agarró de sorpresa. Es lo primero que dice cuando atiende el teléfono. “Estoy triste, vacío”, lamenta. Lleva 24 horas penando como si se le hubiera muerto un familiar. El que se murió, sin embargo, fue José Mujica.
La noticia se la mandó una amiga uruguaya el martes. La notificación lo encontró cenando y no supo cómo reaccionar. Pero el actor español de 57 años, uno de los principales intérpretes del cine de su país —en su legajo hay títulos como El reino, Tarde para la ira, Balada triste de trompeta o La isla mínima—, supo enseguida que de alguna forma, cuando decantara, aquello le iba a doler. Después de todo, ponerse en la piel de una personalidad como Mujica, y hacerlo como lo hizo él, deja huellas.
“Sé que es extraño y quién soy yo para estar así, pero llevo 24 horas como si se me hubiera muerto un familiar, llorando mucho. Sé que no tengo derecho, porque en el fondo soy un actor que simplemente lo representó, que lo vio un par de veces. Pero es así. Tengo una mezcla de pudor y dolor. No tengo derecho a llorarle. Y al mismo tiempo, es una de estas personas que te generan eso”, cuenta De la Torre desde España a El Observador.
El papel del que habla no es otro que el que se puso al hombro para La noche de 12 años, película que se estrenó en 2018, que dirigió el uruguayo Álvaro Brechner y que fue uno de los últimos grandes tanques del cine nacional. Aquella película puso a Uruguay al filo de una nominación al Oscar, adaptó el libro Memorias del calabozo de Eleuterio Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof, y aterrizó en los cines con un tridente de protagonistas de lujo —De la Torre, Alfonso Tort, Chino Darín, entre otros—. Fue, si se quiere, la gran presencia de una historia uruguaya en Netflix antes de La sociedad de la nieve. Todavía se puede ver en esa plataforma, y sigue siendo una experiencia angustiante y claustrofóbica sobre los doce años que Mujica, Huidobro y Rosencof pasaron encerrados en un calabozo militar.
Al momento de hablar con El Observador, De la Torre confiesa que durante el día ya ha tenido que volver a pensar en su trabajo como intérprete del "Pepe" para escribir una columna en el medio español Infolibre que tituló Alguien tiene que hacerlo. Allí escribió: “Gracias, Pepe, por enseñarnos la luz en la oscuridad. Hay una frase que con justicia se suele decir: los actores estamos en la luz, pero no somos la luz. ¡Pero cuánta luz sentí tratando de interpretarte!”
La pregunta, en cuanto lo habilita, se antoja inmediata: ¿cómo fue ese primer encuentro, ese peregrinaje a la chacra de Rincón del Cerro donde le contaron al expresidente que este tipo, este español —que, por cierto, es físicamente muy parecido a la versión joven de Mujica— iba a tomar su papel en la producción de Brechner?
“Lo recuerdo perfectamente”, dice el actor. “Se estaban haciendo los Premios Platino en Punta del Este y aprovechamos para reunirnos con la productora Mariela Besuievsky y con Álvaro (Brechner), y también para ver al Pepe, a Fernández Huidobro y a Rosencof. Lo recuerdo perfectamente, tío. Fue un 26 de agosto de 2016. Fue unos días antes de la muerte de Huidobro. De hecho tengo que confesar una cosa, y espero que Álvaro no se enoje. Yo tenía muchas ganas de ser parte del proyecto de la película, me había enamorado de la historia, y él me dijo: ‘mirá, Antonio, a los tres viejos les vamos a decir que tú vas a hacer de cada uno de ellos. Es probable que te ofrezca a Mujica, pero por las dudas digámosle eso a los tres’. Entonces fuimos a ver al Pepe, hicimos ese peregrinaje hasta la chacra. Cuando llegamos, Álvaro le dijo ‘este es un actor español muy importante, y va hacer tu papel’. Él me miró con cara de nada, pero en el buen sentido. No era cara de desdén, o de indiferencia. Me observaba como un animalito. Y entonces dice: ‘y bueno, alguien tiene que hacerlo’. En mi puta cara”, ríe De la Torre, y revela así que el título de su columna del día tiene que ver exactamente con ese momento.
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Las conversaciones que siguieron se quedaron grabadas a fuego en el español. Cuenta que lo visitó dos veces en su chacra, que pasaron horas conversando, y que luego miró cuánto video se le cruzó por delante para preparar un personaje que, entre otras cosas, lo hizo adelgazar decenas de kilos, pasar frío y hambre, y modificar su acento hasta poder hablar en uruguayo. Hoy, en De la Torre persiste una pulsión mujiquista que aparece sin permiso, casi como una especie de reacción a su dolor por el final del exlíder del Frente Amplio: en varios momentos de la charla el actor imitará el clásico tono de Mujica con algunas de sus salidas más icónicas. Cuando vocifera el “no sea nabo”, o hasta el “¿sos pan vo?” —una frase viral que solo conoce quien ha sido expuesto a Bendita TV en Canal 10— el parecido es espeluznante.
“Yo quiero honrar su memoria. Yo solo fui un vehículo. Él decía que el mundo no se transforma un carajo, pero él sí que dejó una semilla. Algo hizo. Sembró esperanza. Nos iluminó a muchos. De la época de los tupamaros no sé, seguramente fue una época con luces y sombras, yo estoy convencido. Es verdad que con él nunca hablamos de eso a fondo, era un tema delicado. Él empleaba un eufemismo y decía que eran políticos con armas. Pero bueno, la guerra es muy dura”, dice.
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Álvaro Brechner y Antonio de la Torre en los Premios Platino
“Pepe entendió que los cambios no los hace una persona sola, sino que son más profundos. Tuvo claro que la única manera de avanzar era superar el espiral de violencia. ‘Para mí la violencia es un estado primitivo, no es civilizatorio’, me dijo una vez", agrega.
De la Torre no ha vuelto a ver La noche de 12 años. Algo se lo impide, una sensibilidad que ite que se ha incrementando con el paso de los años. Lo que sí hizo fue seguir en o con Alfonso Tort, el actor uruguayo que interpretó a Huidobro en la película, con quien en estas horas no han parado de escribirse.
“¿Sabes qué pasa, tío? Es algo que hablé mucho con Alfonso. La última vez que vi a Pepe fue en Venecia, cuando estábamos en el festival con La noche de 12 años. Creo que fue 2018. Él estaba por nuestra película y por el documental de Kusturica. Yo lo notaba cansado, porque cuando te llevan de acá para allá como mono de feria es muy difícil. Es difícil manejar esa boludez de ser una superestrella. Ahí le comenté a Alfonso en su momento, y justo ahora lo recordé. Me acuerdo de que le vi irse, y pensé ‘ya no lo veo más’. Cuando uno va teniendo una edad se va dando cuenta de esas cosas. Hacerse mayor tiene cosas de puta madre y cosas horribles. Pero hay una parte donde tomas conciencia de que hay cosas que ya no se van a volver a repetir. Yo vi al Pepe irse y lo supe. Supe que nunca más lo iba a ver.”
Ese periplo en Venecia que recuerda De la Torre fue particular para Mujica. Parte de una gira por la edición italiana del libro Una oveja negra al poder, de los periodistas Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, Mujica aprovechó y siguió de largo para el Lido, la isla donde se celebra el prestigioso festival, donde se estrenaban las dos películas que menciona el actor español. Fue un viaje que tuvo de todo: desde encuentros con Emma Thompson en un ascensor del hotel, hasta una foto de crocs en uno de los taxis acuáticos de la ciudad italiana que se volvió viral.
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Antonio de la Torre y José Mujica durante el Festival de Venecia
Ese fue el escenario del último encuentro entre De la Torre y Mujica, entonces. Y ese fue también el escenario donde el español comprendió cabalmente qué tipo de figura era Mujica para el resto del mundo, cuál era su propio personaje, la máscara que había creado.
“Yo le tengo un cariño enorme. No soy objetivo. Pero creo que él entendió que tenía que hacer un personaje. Creo que entendió que era bueno comunicando, que esa mezcla entre política y agraria, entre Aristóteles y un obrero del campo, funcionaba. Creo que hubo un momento en que efectivamente tomó consciencia de que esa imagen calaba. Creo que el tipo dijo ‘yo tengo una labor: comunicar’. Y le dio bola a eso”, aventura.
De la Torre se entusiasma rápido, y sobre el final se emociona. Sigue imitando a Mujica. Despliega sus modismos uruguayos. Dice que pasaría toda la noche hablando de él, pasaría toda la noche brindando. “Mujica debería importarle a todo el mundo”, dice, y después: “Mujica llamaba compañeras hasta a las ratas”.
Cuando la llamada termina, sigue el ida y vuelta por Whatsapp. Él manda un video donde se lo ve a Brechner, director de la película, junto a Mujica. Es viejo. Se nota que acaban de ver la película y el expresidente elogia en su particular manera la actuación de De la Torre. “Estuviste mejor que yo, te felicito”, dice Mujica, y se ríe. De La Torre escribe debajo del video: “Hermoso, ¿verdad?”. Sigue emocionado. Y después sigue escribiendo. “Nunca lo olvidaré”. Y sigue escribiendo. “El papel de mi vida”. Y sigue. “Uno de esos trabajos que le dan sentido a una carrera”. Y después un texto final, más escueto, más pesado: “Por el Pepe”.