En enero de 2014, el actor estadounidense Keanu Reeves vino a Uruguay para el casamiento de un amigo. Una periodista de El Observador coordinó una charla con él y le preguntó al actor de Matrix qué pensaba de la figura de José Mujica. La respuesta de la estrella de Hollywood fue breve:
No sé qué es Mujica.
En aquel momento, esa respuesta podría resultar llamativa. Sin ir más lejos, algunos colegas de Reeves peregrinaban durante esos años a Torre Ejecutiva para entrevistarse con el presidente más conocido a nivel internacional que tuvo Uruguay en su historia. Sean Penn, Glenn Close, Danny Glover, los integrantes de Aerosmith, Ricky Martin; todos querían su retrato con Mujica. Una muestra del alcance y el estatus como ícono pop que el mandatario consolidó durante su período de gobierno y que se prolongó más allá de esa etapa hasta sus últimos días.
Mujica con la banda Aerosmith.
Mujica con la banda Aerosmith.
Mujica alcanzó ese sitial con una combinación de factores. Por un lado, las políticas sociales progresistas que se aprobaron durante su gobierno y entre las que se cuentan la despenalización del aborto, la aprobación del matrimonio igualitario y la regulación del mercado de la marihuana.
Por otro, la mitología que se creó y exportó en torno a su estilo de vida, que cuajó perfecto como una voz cuestionadora al frenetismo consumista y de lujo aspiracional del capitalismo tardío.
Hace una década el mundo tuvo una fascinación por el “presidente más pobre del mundo”, según tituló la BBC, que contribuyó a la idealización de su figura a nivel internacional. Una figura pública tan polarizante y cuestionada a nivel local como inequívoca a los ojos del mundo.
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“Amigos todos, soy del sur, vengo del sur. Esquina del Atlántico y el Plata, mi país es una penillanura suave, templada, pecuaria. Su historia de puertos, cueros, tasajo, lanas y carne tuvo décadas púrpuras de lanzas y caballos hasta que, por fin, al arrancar el siglo XX se puso a ser vanguardia en lo social, en el Estado y la enseñanza. Diría: la social democracia se inventó en el Uruguay”.
Mujica había llegado a Nueva York 48 horas antes. Después de aterrizar en el aeropuerto John F. Kennedy se había reunido con el empresario George Soros, David Rockefeller y el vicepresidente Joe Biden. Una vez en la Asamblea General de las Naciones Unidas, escuchó a los 12 mandatarios que hablaron antes de él, pero ninguno como él.
“El hombrecito promedio de nuestras grandes ciudades deambula entre las financieras y el tedio rutinario de las oficinas, a veces atemperadas con aire acondicionado. Siempre sueña con las vacaciones y la libertad. Siempre sueña con concluir las cuentas, hasta que un día el corazón se para, y adiós. Habrá otro soldado cubriendo las fauces del mercado, asegurando la acumulación”, dijo allí.
Embed - José Mujica, presidente de Uruguay, habla en la ONU. Discurso completo.
Fueron 3.468 palabras que terminaron de proyectarlo como una figura política internacional. La atención del mundo estaba puesta en aquel presidente que había rechazado la residencia oficial para vivir en una casita en un barrio agrícola de Montevideo, el que daba discursos filosóficos ante los líderes mundiales y recibía al staff de medios internacionales, cadenas de televisión o plataformas de streaming en el mismo lugar que al rey de España o a los caminantes que llegaban a la portera y golpeaban sus palmas.
Sus palabras terminaron en el sampleo de una canción de la española Rozalén, en un rap de su compatriota Nach, y se repiten habitualmente en reels e historias de Instagram, pies de fotos de vacaciones familiares o publicaciones en sitios que recogen las frases de tal o cual (semi)famoso intencional.
El interés sobre el uruguayo exguerrillero motivó decenas de libros con traducciones alrededor del mundo. Libros periodísticos como José Mujica: La revolución tranquila o Una oveja negra al poder, novelas como Comandante Facundo o historietas como José Mujica y las flores de la guerrilla.
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Una imagen de Pepe Mujica y las flores de la guerrilla
El fenómeno Mujica impulsó incluso una colección de libros infantiles en Japón (El discurso del presidente más pobre del mundo y Del presidente más pobre del mundo para ti, de Manabu Nakagawa; Las palabras de José Mujica, de Miyuki Sato, y Las palabras que mueven al mundo, de Shinobu Momose), todos centrados en discursos y expresiones filosóficas del mandatario uruguayo. Además de sus frases ante la Asamblea General de la ONU, también fueron frecuentes las referencias a su aparición en la Conferencia de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas llamada Río+20, realizada en 2012.
"El desarrollo no puede ser en contra de la felicidad", dijo allí Mujica. "Tiene que ser a favor de la felicidad humana; del amor arriba de la Tierra, de las relaciones humanas, del cuidado a los hijos, de tener amigos, de tener lo elemental". Frases como esas lo convirtieron en un gurú para estos tiempos de aroma apocalíptico, y hasta el grupo francés Lemon Furia usó esa frase para una canción.
Humanista a la cabeza del país
Homos, mujeres y sin hogar te dicen gracias
Para cambiar las leyes, que te convierte en Jefe de Estado
Futuro es ahora, Pepe Mujica
Con ese discurso, Mujica supo hablarle a los jóvenes. Un discurso que se atemperó a las preocupaciones de una generación marcada por una angustia ecológica y una visión incierta del futuro de un mundo sobreexplotado por el modelo de “úselo y tírelo”. Fue invitado a conferencias en universidades y encuentros entre jóvenes.
De guayabera blanca y sandalias, o con un traje largo y sin corbata. Esa imagen, la del distinto en el concierto político internacional, fue deseada por contadores de historias: cineastas, periodistas, escritores, artistas.
“Ahora estoy desactualizado en botánica con esto de la política”, le dijo Mujica al actor español Antonio de la Torre en una charla que iba de lirios y sauces tristes para El País de Madrid allá por 2018. “No entiendo nada de cine”.
Por aquellos días Mujica se codeaba entre las estrellas del séptimo arte en la Mostra de Venecia, donde De la Torre aparecía en la pantalla encarnando la historia del exguerrillero tupamaro en La noche de los 12 años, la adaptación de Álvaro Brechner de Memorias del calabozo –el libro escrito por Mauricio Rosencof– que representó a Uruguay en la carrera de premios internacionales como el Goya e incluso el Oscar.
Embed - La noche de 12 años - Trailer (HD)
Al mismo tiempo era su propio rostro, más manipulado por el paso del tiempo y las circunstancias de su vida, el que protagonizaba El Pepe, una vida suprema el documental de Emir Kusturica que tardó cinco años en ver la luz, y que tuvo dos años de postergaciones en cuanto a su fecha de estreno.
Una vez que el documental llegó a la pantalla de la plataforma Netflix, el debate se intensificó. Aunque lógicamente estaba pensado para una audiencia global, en Uruguay la película dividió aguas por lo que se consideraba un relato romantizado y lleno de baches sobre la etapa de Mujica como guerrillero tupamaro, y las acciones del movimiento durante su tiempo de actividad.
“Es la cosa más linda entrar a un banco con una 45 así. ¡Todo el mundo te respeta!”, decía en un momento del documental Mujica, al hablar sobre los asaltos cometidos por la guerrilla y de acciones como la Toma de Pando, de las que aseguraba no sentir ningún remordimiento, mientras Kusturica lo mira embelesado.
Embed - EL PEPE, UNA VIDA SUPREMA Trailer | Spotlight | Filmfest München 2019
"La primera vez que vi a Mujica estaba conduciendo un tractor. Me indicaron: ese es el presidente. Me dije a mí mismo: ese es mi hombre", dijo el cineasta y músico serbio en la presentación del largometraje.
Su hombre también fue el de tantos otros cineastas que lo tomaron como objeto de estudio/observación en incontables documentales, como Los sueños de Pepe o el que presenta sus conversaciones con el filósofo estadounidense Noam Chomsky.
En otra línea, está en proceso una serie, El abuso, que será dirigida por César Charlone y el brasileño Fernando Meirelles sobre el escape de la cárcel de Punta Carreteas, del que Mujica también fue parte.
El perfume del Pepe, la banda de Manuela y el edén de Rincón del Cerro
“¿Viste el perfume U del Uruguay?”, le dijo La Abuela, el famoso personaje de Antonio Gasalla a Susana Giménez en el living de su exitoso programa. “Está hecho con flores del presidente, del jardincito que tiene en la casita que tiene Pepe Mujica”.
El perfume del Pepe fue una iniciativa del artista Martín Sastre. Una fragancia exclusiva y limitada, llena de contradicciones de las que le gusta nutrirse a los artistas, creada a partir de crisantemos, romero, jazmines y chircas de la chacra presidencial. El perfume, presentado en la Bienal de Venecia, fue subastado y adquirido por el empresario argentino Alan Faena a 50 mil dólares.
José y Lucía lo recibieron en su casa y el artista se despidió con flores. Pero no esperaba la repercusión. “Le pedí perdón por el alboroto que generó y le dije que nunca imaginé que saldría en las noticias de China”, dijo Sastre por aquel entonces en una entrevista con el medio Perfil sobre su diálogo con el exmandatario.
Topolansky, Mujica y Sastre pasean por la chacra de Mujica
Topolansky, Mujica y Sastre pasean por la chacra de Mujica
En 2014, cuando José Mujica aún era presidente, la artista María Agustina Fernández Raggio obtuvo el Gran Premio Nacional de Artes Visuales otorgado por el Ministerio de Educación y Cultura por Miniatura. Banda Presidencial. Y como suele pasar con el arte y los símbolos patrios, su obra fue criticada por aquellos que no vieron en ella un valor artístico sino una postura política.
A pesar de las críticas y la polémica que se generó alrededor de la obra, la artista inauguró ASUMIR meses después, una muestra en el SOA arte contemporáneo que llegó a viajar a China. Entre otras obras, la artista había pintado al presidente asumiendo junto a su perra Manuela: ambos con la banda presidencial sobre su pecho. Además incluía nueve pequeños óleos en los que hizo un ensayo sobre el retrato presidencial de la mascota.
Pero la relación con el arte no siempre fue cordial. El 18 de octubre de 2016 dos policías llegaron a una galería ubicada en la calle Carlos Quijano y San José, a pocos pasos de la Jefatura de Montevideo, y pidieron que se descolgara un cuadro.
Génesis Uruguay, pintada por el artista uruguayo Julio de Sosa, retrataba a la pareja presidencial en el Jardín del Edén. Desnudos, con los genitales cubiertos por grandes hojas verdes, Pepe y Lucía eran el mito fundacional de la humanidad. Y a su lado, Manuela. La pintura fue, sin dudas, una de los episodios más controversiales de Mujica en el mundo del arte. Lo que para el pintor era un homenaje fue considerado agraviante, el artista se sintió perseguido y fue insultado en las redes sociales. El episodio también dio la vuelta al mundo.
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Los entonces senadores fueron categóricos. “Tienen derecho a ganarse unos pesos, pero yo creo que las cosas tienen un límite”, expresó él en diálogo con Telemundo. Ella, en tanto, habló sobre la obra con El Observador: “Un tipo que pintó un cuadro nos pintó en bolas, por exhibicionismo. Nosotros pusimos la cosa en manos de un abogado, para que vea qué se puede hacer”.
En una entrevista con Jaime Clara en 2019, la galerista Dina Saravia dijo que finalmente decidió no vender la obra, que tenía como destino Nueva York.
Fuera de los espacios expositivos y los circuitos formales del arte, el rostro del expresidente se convirtió en un lugar común para algunos artistas callejeros. Desde los que venden su arte en ferias en zonas turísticas –su cara en tazas, camisetas, almohadones, pegotines y estampitas del político como un santo de la marihuana– o los que pintan en las paredes retratos del exmandatario.
Están el famoso retrato del expresidente en Cabo Polonio sobre la “avenida Pepe Mujica”, re-pintado por los argentinos Mariano Alfie y Alen Nahuel; el Mujica retratado en el pueblo francés Saint Pierre La Mer por el uruguayo Gallino; el de Cristian Blanxer y Víctor García Repo en España; y el del chileno Rata Virus, que hizo un mural grabado en homenaje a José Mujica en la esquina de José Mármol y Carlos Tellier, en La Teja, entre otros.
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Las caras de Mujica también son las de Diego Delgrossi, la de Marcel Keoroglián e incluso la de Gastón “Rusito” González para los Zíngaros. Mujica se convirtió en uno de esos personajes inconfundibles en el imaginario colectivo. Su manera de andar, su forma de hablar y las pausas de su discurso. La suavidad en la forma o lo intempestivo de las palabras cuando salían de la boca de sus imitadores.
Quizás su versión más recordada sea la de Martín Cardozo en aquel espectáculo de Agarrate Catalina en 2005, cuando el Frente Amplio había alcanzado por primera vez la Presidencia del Uruguay y la murga de los hermanos Cardozo subía por tercer año consecutivo al Teatro de Verano sin siquiera esperar a bajarse como la ganadora.
Los Sueños, era la construcción murguera de un conjunto que acompañó artísticamente la vida del personaje político desde entonces, cuando lo subieron al escenario como un político irreverente, ácido y cercano.
Cinco años después, José Mujica y Lucía Topolansky reían desde la platea del Teatro de Verano. Él ya era presidente electo y ella vicepresidenta, cuando la murga hacía un cuplé en el que los murguistas intentaban "civilizar" al exguerrillero. “Está bastante cariñoso”, dijo el futuro presidente en una rueda de prensa. “Utiliza imágenes poéticas, a veces muy profundas. Encara temas como la civilización con un tono crítico a la sociedad de consumo, pero en el trasfondo”.
Embed - Agarrate Catalina - Civilicemos al Pepe
Pero no todas las canciones ni las manifestaciones culturales fueron elegías y elogios. En 2011, el músico Renzo Guridí (más conocido como Renzo Teflón, nombre asumido durante su etapa como líder de la banda Los Tontos) y Nacho Piñas, estrenaron un disco bajo el nombre Fachos Agogó, llamado Sgt. Pepe empty heads club band.
Detrás de la referencia beatle de ese título había una canción homónima en la que Teflón (hijo de un militante tupamaro que pasó diez años preso) cantó: "Ibas a hacer la revolución/ al final terminaste calentando un sillón/ Dijiste que faltó velocidad/ tu mayor carencia fue la dignidad/ Te pensabas que todo se arreglaba con un fierro/ y mandaste un tendal de gente hacia el infierno/ Sos un derrotado y la vas de triunfador/ te fue mal en la guerra pero bien en la elección”, haciendo referencia directa a la vida del presidente.
En 2022, el expresidente Mujica subió al escenario de la Sala Verdi en el marco del Festival Temporada Alta. Fue para Pecados Capitalistas, una performance que tuvo en el centro de la escena a José Mujica en diálogo con el periodista Antonio Ladra, la actriz Lucía Trentini y el músico Pablo Fraga bajo la dirección de Marianella Morena.
Embed - Festival Temporada Alta 2022 - Pecados Capitalistas - José Mujica
Un episodio escénico inusual en la trayectoria de Mujica. Desde el escenario, estuvo como parte de un dispositivo artístico que reforzaba su mensaje filosófico y político en medio de un festival de artes.
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Apenas había empezado el año cuando Mujica dijo basta. En una entrevista con el semanario Búsqueda contó que el cáncer de esófago –diagnosticado en 2024 y tratado inicialmente con éxito– había regresado. Y esta vez se había extendido a su hígado. Así que dijo basta: ya no haría más tratamientos. “Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso".
Una canción para Pepe. Un proyecto para abrazar a José Pepe Mujica se puso en marcha, como un proyecto impulsado desde las personas más cercanas al expresidente y su sector político para recibir canciones de artistas uruguayos e hispanoamericanos como Ruben Rada, Emiliano Brancciari, León Gieco y Joaquín Sabina dedicadas al expresidente.
El cantautor cubano Silvio Rodríguez, por ejemplo, contó que por esos días terminó una canción inspirada en el ex presidente uruguayo. Más porvenir, una canción que comenzó a escribir en su presidencia, allá por 2009, pero terminó de musicalizar 16 años después.
La vida se hace breve para hacerla mejor;
espero que quien quede viva para el amor.
La vida fue a mi lado por donde supe ir.
La vida fue pasado, pero es más porvenir.