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16 de abril 2025 - 5:00hs

Entre los grafitis vandálicos, los stencils, los murales, las pintadas políticas, las pinturas descascaradas, los ladrillos y las paredes finitas y baratas de los edificios anónimos que crecen como hongos por la ciudad, hay algunas hojas impresas que portan ilustraciones en blanco y negro. Por la ciudad hay stickers y circulan fanzines. Por las redes, imágenes y gifs animados. Y ahora también circula un libro, Trabajo para alquilar, la nueva encarnación de Casa de Balneario.

El proyecto nació en 2017 de la mente y las manos del docente, escritor e ilustrador Germán di Pierro, impulsado por tres de sus grandes preocupaciones: el trabajo, la vivienda y el consumismo. Si bien hay otras personas involucradas, que ayudan con tareas de difusión, venta, o animaciones, los dibujos son todos del ideólogo del proyecto. Por eso, aclara, Casa de Balneario no es un seudónimo, sino una iniciativa en la que hay otras manos involucradas.

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Su trabajo empezó viéndose en Montevideo y después se expandió a otras ciudades por las que su responsable ha pasado, como Buenos Aires o Barcelona, donde el dilema de los alquileres desbocados también pega.

En diálogo con El Observador, Di Pierro explica que el inicio de este proyecto “no fue algo planificado, fue una intención de intervenir y apropiarse de la ciudad, y mostrar lo que estaba dibujando”. Ocultando su nombre porque no sabía cómo iba a caer su trabajo, el ilustrador sentía también la necesidad de tener algo para decir sobre temas que “vale la pena señalar”, y también “reírse de sí mismo como alguien que también padece estos problemas, buscar humor en la desgracia cotidiana como alguien que es parte de eso”.

Eso siendo el multiempleo, la explotación, el que la mayor parte del salario se vaya en un alquiler o el impulso consumista irrefrenable.

“No hay nadie que lo problematice”

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Las obras de Casa de Balneario suelen seguir un esquema compartido: una ilustración en blanco y negro, acompañada por una frase. Un edificio junto a la frase “alquilo para que el dueño compre otro”; un plato volador que huye hacia el espacio con la exclamación “¡No quiero quedarme, viven trabajando!”; una silla –de las blancas de jardín de toda la vida, las de plástico– con el texto “¿Para qué compraste la silla si llegás y te acostás?”.

Su autor las define como piezas más cercanas al humor que a la denuncia, pero reconoce que ese elemento también está ahí. Son situaciones y circunstancias que están integradas a la vida occidental capitalista moderna, que sus propios protagonistas entienden que están mal pero se resignan a ellas como parte del juego.

“Está naturalizado el trabajar para pagar un alquiler, el multiempleo, los alquileres altísimos, y veo que no hay propuestas de partidos, sindicatos u otros movimientos colectivos para cambiar el escenario”, explica Di Pierro. “No hay nadie que lo problematice y son cosas que tienen que ver con el dinero de las personas y el uso del tiempo de cada uno”, agrega.

En esas contradicciones cotidianas aparece el humor, el absurdo y también el trasfondo dramático de la rosca constante para tener más tiempo, algo que a su vez exige dinero. La búsqueda constante de la felicidad, que vaya uno a saber donde está.

“La buscamos en tener tiempo, en el dinero, en los objetos, en el gasto. Por eso una de las imágenes tiene la frase ‘más caro pero más feliz’”, cuenta el autor. “También me interesa el universo de las redes sociales y cómo buscamos mostrar todo el tiempo lo felices que somos en esas plataformas”.

La ciudad y el artista

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En la bolsa de referencias e influencias de Casa de Balneario el espectro es amplio. Está el lenguaje de la publicidad y el apropiarse de ciertos eslóganes y frases, está el poster punk, el cómic, la literatura, con Franz Kafka como una de sus piedras de toque por sus referencias a la alienación y a la deshumanización vinculada al trabajo en sus obras más conocidas.

Y la otra gran influencia es Montevideo. Sus rincones, sus cambios, la gente que la habita. “Estoy muy atento a lo que escucho por ahí, hay frases que tomé de posteos en redes o de cosas que escuché decir a la gente. Voy con una actitud observadora por la ciudad”, detalló Di Pierro.

“Estoy siempre atento a encontrar muros o lugares para poner las impresiones. Montevideo es un soporte en constante cambio. Es un soporte permanente para lo que quiero decir, siempre estoy buscando lugares para intervenir, pensando formatos, hay un diálogo constante con la ciudad”, agregó.

El libro

Trabajo para alquilar, es decir, el libro de Casa de Balneario, fue editado por el sello Microutopías y se define como una selección de los trabajos del proyecto, no como una recopilación.

Las obras compiladas tienen la conexión temática, y está pensado como una forma de preservar y permitir tener el trabajo de Casa de Balneario, y también como una herramienta más de difusión del trabajo que se ve en la ciudad o en las redes. “Es una forma de llegar a otro público, que puede pensar las intervenciones como vandalismo o como mugre. El libro tiene una legitimidad cultural que las otras expresiones no tienen”.

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libro Casa de balneario Montevideo Ilustración uruguaya

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