Los alemanes votarán el domingo en elecciones generales anticipadas que preanuncian la victoria del conservador Friedrich Merz, con un país que registra un fuerte deterioro económico y se enfrenta a las amenazas arancelarias y de seguridad en una Europa acorralada por el rápido giro geopolítico que impuso el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Al frente de una alianza entre la Unión Cristianodemócrata (CDU) --su partido-- y la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), Merz encabeza las intenciones de voto con 30,4%, seguido por la ascendente ultraderecha AfD, que reúne el 20,4%, y los gubernamentales Partido Socialdemócrata (SPD), que alcanzaría el 15,3%, y Los Verdes que sumarían 13,6%, según los últimos sondeos.
En tanto, los liberales del FDP, que con su salida rompieron en noviembre pasado la frágil coalición de gobierno de Olaf Scholz corren el riesgo de no llegar a la representación parlamentaria.
Negociaciones con socialdemócratas o ecologistas
De confirmarse ese escenario, Merz deberá negociar una alianza de coalición para implementar su plan de desregulación económica y recortes de prestaciones sociales con el que buscará reactivar una economía que encadenó dos años de recesión y su giro en la política migratoria, uno de los pilares de la corta campaña electoral tras los recientes ataques mortales que protagonizaron solicitantes de asilo.
El abogado con larga trayectoria en la CDU donde fue durante años la contracara de la centrista Angela Merkel, desechó en la campaña cualquier posibilidad de acuerdo de gobierno con la AfD de Alice Weidel --la candidata preferida del magnate Elon Musk--, por sus posiciones extremas, por lo que deberá sentarse a negociar con el SPD, que hasta ahora defiende en la voz de Scholz la reducción de impuestos y el aumento del endeudamiento, una fórmula antagónica a la de Merz. O con Los Verdes, a quienes sin embargo acusa de haber impedido estos años cambios en la política migratoria y energética.
Pero también avisó que si Alemania no emprende un camino de cambios para levantar su economía y bajar los temores vinculados con la migración, lo allanará para un avance definitivo de la ultraderecha, por lo que señaló que los socialdemócratas "entrarán en razón" tras las elecciones para armar una gran coalición.
La economía y la crisis de Volkswagen
Los tres años de gobierno de Scholz tuvieron como marco la guerra en Ucrania, tanto por el impacto en el aumento de costos energéticos, lo que derivó en millonarias ayudas a empresas y consumidores, como por el aumento en los gastos de Defensa para apuntalar a Kiev. En la campaña, el líder de SPD, de perfil austero y parco, defendió la necesidad de modificar el mecanismo constitucional que limita el endeudamiento para aumentar el gasto estatal.
Un emblema del desafío que afronta la primera economía europea es la crisis que arrastra Volkswagen que recientemente negoció con los sindicatos un recorte de 35.000 puestos de trabajo hasta 2030, lo que refleja el mal que aqueja al sector industrial que representa un cuarto del PIB de Alemania.
La caída de la demanda en China, que crece en competitividad con sus autos eléctricos; la creciente onda proteccionista que ahora cuenta con el pragmatismo de Trump y los problemas devenidos de la energía cara y un aumento de regulaciones, explican la encerrona que atraviesa la mayor fábrica de automotores de Europa, según especialistas.
Pero la llegada de Trump a la Casa Blanca tal vez sume uno de los mayores desafíos para el futuro nuevo gobierno, que deberá ajustar con sus socios de Europa la respuesta a los conflictos comerciales que se avecinan y como afrontar el aumento del gasto en Defensa, que ya se debate entre los líderes del viejo continente bajo shock por los "ataques" del republicano.
Donde Merz y Scholz tienen un punto común es en su rechazo al envío de tropas a Ucrania, y ambos piden concentrarse en las negociaciones de paz, un asunto que divide a Europa, que además quedó hasta el momento relegada por la iniciativa de Trump de dialogar exclusivamente sobre ese tema con su par ruso Vladimir Putin.
El fantasma de la ultraderecha con cara renovada
Casi 60 millones de personas están convocadas a votar el domingo en una elección marcada también por el ascenso de AfD, que según los sondeos duplicaría la cantidad de votos de hace tres años, una patada al consenso político sostenido desde el fin de la Segunda Guerra.
La candidatura de Alice Weidel, una economista con carrera internacional, ultraliberal y euroescéptica a la que Elon Musk recomendó "firmemente votar", impuso su ritmo a la campaña con sus discursos rabiosos contra la migración y las energías renovables --con la defensa de la reactivación de centrales nucleares y la importación de gas ruso--, y su lucha contra políticas de género.
Pero es aquí donde la figura de Trump vuelve a tener peso, ya que la otrora marginada y vigilada por los servicios de seguridad AfD hoy disfruta los guiños recibidos de las nuevas autoridades de EEUU con una candidata renovada que no ve contradicción entre los postulados de su partido y su vida en pareja con una mujer con raíces en Sri Lanka.
Pero tal vez un dato que marca la desorientación de los ciudadanos es que un 30% del electorado aún no decidió a qué candidato votar, según datos de la consultora Mentefactum publicados este viernes por el diario 'Bild'.