Por Laura Sande- especial para El Observador
¿Por qué es importante hablar de cultura organizacional?
Trabajar en este tema se ha transformado en un pilar dentro de las empresas sin importar rubro ni tamaño
Trabajar en este tema se ha transformado en un pilar dentro de las empresas sin importar rubro ni tamaño
Por Laura Sande- especial para El Observador
Trabajar en cultura organizacional se ha transformado hoy en día en un pilar dentro de las empresas sin importar ni su rubro ni su tamaño.
La volatilidad a la que se enfrentan, la competencia y la aceleración han hecho que los procesos de afianzamiento de valores culturales sean expuestos como relevantes. ¿Por qué?
Porque cuando una cultura organizacional está consolidada; cuando los valores que la componen son identificados como propios y cuando las acciones diarias son consecuentes y reales, los colaboradores se sienten energizados naturalmente; el compromiso es tan notorio que empujan indefectiblemente a una manera de hacer las cosas única en pro de lograr los objetivos estratégicos.
La cultura está estrechamente ligada a la estrategia desde que todos y cada uno están en la misma sintonía. Una de las claves del éxito de una estrategia de negocio es contar con una cultura organizacional adecuada y coherente con la misma.
La cultura organizacional ayuda a crear compromiso, genera tradiciones, define un ADN, un estilo, que hace que se distinga una empresa de otra. Es algo que se palpa en el día a día, no solo en la red de conversaciones internas , sino también en las externas.
¿A qué me refiero con esto? Cuando un colaborador siente real pertenencia, se identifica con una cultura única, se transforma en el embajador número uno de esa cultura, llevará la “camiseta bien puesta”, la defenderá y no dejará de manifestar su compromiso y transmitirlo tanto adentro como afuera de la empresa. Adentro contagiando al resto, impulsando y empujando; y afuera atrayendo y despertando la curiosidad de otros.
Asimismo, a la cultura organizacional es tan importante identificarla como gestionarla.
De su gestión y cómo se viva en el día a día dependerá su perdurabilidad en el tiempo. Para llevar a cabo una buena gestión de cultura es indispensable diagramar aquellos valores que los identifica, definir aquellas acciones que hacen visible ese valor, fomentarlos, comunicarlos y compartirlos. Cuán importante es además que desde el primer al último colaborador, desde el más antiguo al más nuevo, independientemente de su generación o su puesto, la vivan, la transmitan y la mantengan.
Son los propios colaboradores los que definen la cultura de la organización, los que la refuerzan, la reclaman y la mantienen viva.
¡Qué potente se visualiza un equipo con una cultura única que los identifica, con los valores que los sostienen, que los apalanca y que los llevan a querer ¨comerse la cancha¨! Seguro uno de los primeros en reflejar ese sentir sea el clima organizacional.
Aquí es cuando me gustaría hacer una salvedad, hablar de cultura no es hablar de clima organizacional.
Muchas discusiones y mucha literatura hay al respecto, pero dado que hablamos de cultura, tenemos que hablar de clima. Ambos conceptos son en general confundidos como uno mismo por su estrecha relación, pero es necesario diferenciarlos y entender sus particularidades y cómo uno y otro interactúan.
Una empresa puede tener un excelente clima, pero si la cultura no está bien afianzada, ese buen clima puede durar muy poco y la consecución de objetivos puede peligrar.
La cultura representa la verdadera imagen de la empresa, mientras que el clima refleja las percepciones de los individuos sobre la misma.
Medir solo el clima sin profundizar en las bases que lo generan es ver solo una parte de la película. Es cuando miramos hacia adentro y analizamos los elementos de nuestra cultura en donde podemos encontrar las respuestas de cómo mejorar como organización. Saber dónde estamos parados para luego ver a dónde queremos ir.
Es grande el desafío, pero comenzar por un diagnóstico claro de la cultura actual es un buen inicio. Ese diagnóstico llevará a un diseño, o rediseño según los gaps que se presenten frente a los elementos que componen la cultura que se quiere.
Diagnóstico, seguido por diseño y sumado a intervención son las claves de un proceso desafiante, necesario e intenso.
* Laura Sande es gerenta de Recursos Humanos en Salus Uruguay y miembro del Consejo Directivo de Adpugh