Después de una carrera de décadas en el periodismo, Rolando Graña decidió dar un salto y contar una historia que durante años quedó relegada a la fragmentación de documentos y ensayos. El resultado es Treinta toneladas de billetes, una novela de espionaje ambientada en el Buenos Aires de 1938, un escenario donde se tejieron intrigas internacionales, conspiraciones nazis, pasiones peligrosas y traiciones sangrientas.
En una entrevista exclusiva con El Observador, Graña nos lleva por el detrás de escena de la creación de este libro, su vínculo con la investigación histórica, la construcción de personajes reales y ficcionales, y sus reflexiones sobre el oficio del periodista que escribe ficción.
30 años para abrir el ropero de Narnia
"Tardé 30 años en escribirlo, pero no fue un proceso lineal. Tuve que criar a seis hijos, hacer un montón de cosas, para finalmente encontrar la historia que quería contar", comienza Graña. Lo que él describe como "el ropero de Narnia" es ese momento mágico en que encontró el hilo que conectaba su interés con un mundo narrativo real pero poco explorado en la literatura.
La chispa fue un libro que leyó en 2001, El escape de Hitler, que sugirió que Adolf Hitler pudo haber escapado a la Argentina. "Y un día encontré, fue como encontrar el ropero de Narnia, cuando descubrí el Buenos Aires de los nazis", explicó.
El periodista señala que, aunque hay mucha literatura ensayística, no había narrativa novelada sobre ese fenómeno. "Y un día dije, qué raro que a nadie se le haya ocurrido escribir una novela. Y cuando empecé a escribir, a ver las historias de los personajes, descubrí que eran espías reales".
Buenos Aires, epicentro nazi fuera de Europa
El libro se desarrolla en un Buenos Aires poco conocido: una ciudad que fue núcleo de espionaje y apoyo logístico para los nazis. "En Buenos Aires estuvo la red mayor de transmisiones de radio clandestinas con el famoso código Enigma, aquel que descifran los ingleses, que se hicieron películas y todo", explica el autor.
Explica que hubo bases clandestinas, transmisión de mensajes secretos con el código Enigma, y hasta desembarcos de submarinos en la costa atlántica. "El desembarco de submarinos nazis en la costa de Buenos Aires, en la Patagonia, las bases de reaprovisionamiento nazis de los barcos disfrazadas de puestos de caza de lobo marino para utilizar la grasa..."
"Los nazis mandaban wolframio, que fue fundamental para la primera fase de la Segunda Guerra Mundial, porque es lo que le permitió a los alemanes endurecer las carcasas de los tanques y las carcasas de los proyectiles", detalla. Todo eso se movía en barcos neutrales, españoles, portugueses.
El título del libro proviene de un dato histórico real descubierto por el investigador Pedro Filipuzzi: "Los nazis mandaban dinero vivo, las famosas 30 toneladas de billetes, acá se metían, se cambiaban a otra divisa y después se metían en el circuito bancario y se mandaban a Suiza".
Graña resalta que, pese a lo documentado, "no existía una novela, una narrativa literaria que pusiera en contexto estos hechos".
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El Luna Park de Buenos Aires, en un acto nazi en 1938
Personajes con historia y ficción entrelazada
La novela presenta una galería de personajes que combinan figuras reales con ficciones armadas para enriquecer la trama. "Buena parte de los personajes de la novela son gente que existió y caminó por las calles de Buenos Aires, funcionarios de la embajada alemana que intrigaron en las calles de Buenos Aires, gente que existió, que está en los archivos".
Graña aborda el mito de los vínculos entre Perón, Eva y la embajada nazi, señalando que aunque la documentación oficial lo desmiente, "aquí en Argentina hay una parte de la biografía maldita sobre Eva Perón y sobre el peronismo, que dicen que Perón y Eva habían sido agentes nazis o tenían vínculos de protección con la embajada nazi".
"Para la historia queda que, al menos en la documentación oficial, eso fue un mito. Pero también es verdad que el peronismo, o mejor dicho, el GOU, el gobierno del '43, que tenía un ala pro-nazi, destruyó una parte de los documentos de la comisión investigadora que había en el Congreso sobre las actividades nazis".
La novela no sólo es espionaje y política, sino también "una historia de amor que, incluso en tiempos de guerra, puede cambiarlo todo", agrega Graña.
Periodista, escritor y la fina línea entre realidad y ficción: consejos para sus colegas
Rolando Graña confiesa que nunca se consideró un escritor al uso: "No soy escritor. Escritor es una persona que tiene una obra, se dedica a esto... Yo soy un periodista que escribe, nomás".
Su formación como periodista cultural y sus entrevistas a grandes escritores le dejaron una enseñanza profunda sobre la narrativa. Al ser consultado sobre qué consejo le daría a los periodistas que sueñan con escribir un libro, comparte esta reflexión: "Yo consejos no doy, pero sí puedo citar una frase que una vez me dijo Umberto Eco. Si yo como ensayista lo que escribo no se entiende, soy un mal ensayista; si yo como narrador dejo todo claro y no dejo un margen para la duda o la intriga, soy un mal narrador de ficción".
Graña profundiza esta idea y la relaciona con su trabajo: "En la autopista de la historia del periodismo, del ensayo, de la explicación, se tiene que entender todo porque si no queda como que estás escondiendo algo y sos un chanta. En la autopista de la ficción, de la novela, no se tiene que entender todo, porque tiene que quedar algo, un punto ciego donde uno no puede ver y ahí, en ese punto ciego, algo queda que te deja pensando después que cerraste el libro".
Una saga que apenas comienza
Aunque Treinta toneladas de billetes es su primer libro, Graña tiene planeadas al menos tres novelas más: "Tengo pensadas cuatro. No sé si me dará el cuero para hacerlo, porque esta me costó mucho tiempo escribirla", explicó.
El autor quiere que sus lectores sientan que los personajes son como viejos amigos: "Esa sensación que tenés cuando leíste una novela y hay unos personajes y entrás a otra novela y te encontrás con algunos de esos personajes en un papel lateral. Es como encontrarse con viejos amigos. Y quedarte pensando qué habrá sido de la vida", reflexiona.
Treinta toneladas de billetes no es solo una novela; es una invitación a mirar la historia argentina desde una perspectiva poco explorada, donde la guerra mundial y las tramas de espionaje se mezclan con la vida cotidiana y las pasiones humanas. Rolando Graña logra con su debut abrir un nuevo camino para el periodismo narrativo y la ficción histórica, y promete seguir entregando más capítulos de esta saga que recién comienza.