La ex presidenta se postula para protegerse, no para liderar; un acto de cobardía disfrazado de inteligencia política
Si la Corte Suprema no resuelve antes de agosto, Cristina Kirchner podría ser candidata en las elecciones legislativas, ya que su condena aún no quedaría firme.
La decisión de Cristina Kirchner de postularse en la tercera sección electoral no es otra cosa que la decisión de una dirigente política cobarde. Así como en 2019, cuando no quiso ser candidata a presidenta a pesar de que la presionaban para que lo fuera, porque sabía que perdía y no quería perder.
Cristina no quiere ser candidata a diputada nacional, más allá de los fueros; ni candidata a gobernadora, que también podría ser en 2027, más allá de los fueros; ni candidata a presidenta, porque sabe que no le dan los votos. Porque sabe que no le da el pinet. Igual que en 2018, cuando presentó a Alberto Fernández como la mejor alternativa para ser presidente y así no fue.
Cristina, che, Cristina: vos también sos responsable de haber hecho pelota a la Argentina, junto con Alberto y junto con Massa.
La decisión ahora de Cristina es para protegerse ella, para proteger al grupo de dirigentes que todavía creen en ella, para proteger las cajas, los ministerios y el poder. Porque en el caso de que confronte con Kisilov y que La Libertad Avanza y el PRO vayan juntos, están en riesgo.
La idea de que es una decisión corajuda, inteligente, puede ser. Porque tiene miedo y que le pasa el trapo a toda la política es una idea hipócrita y mentirosa.
En un país en serio, Cristina además de no poder ser candidata a nada, ya tendría que estar presa.
Pero el acto que ella disfraza de inteligencia suprema, inteligente, es estrategia inconmensurable y de coraje político y cívico, es en el fondo un acto de cobardía, de cobardía política y de cobardía personal.