29 de abril 2025 - 11:50hs

Gente con la radio pegada a la oreja.

Coches con el sonido a todo lo que da y los vecinos alrededor, atentos. Cola en el autoservicio chino (casi los únicos abiertos) buscando radios a pila y otros con sus aparatos antiguos en la mano en busca de baterías.

No son imágenes de los años 70; ocurrió en Madrid, el 28 de abril del 2025.

En una ciudad con wifi en los colectivos, con alta velocidad en los centros comerciales, con trenes que van a 400 kilómetros por hora, con pantallas de alta definición e híper comunicada por telefonía celular: avisos, pagos, transferencias, tarjeta de transportes.

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Lo cierto es que durante el histórico corte de energía que se vivió en España, se apagó la luz y lo único que se encendió fue la radio.

Más viva que nunca, más servicio que nunca, más compañía que nunca. Fue la única fuente de información oficial y extraoficial para saber qué sucedía alrededor, la única conexión con el mundo exterior durante diez horas, al menos en mi caso.

De ese tiempo, buena parte lo pasamos con nuestra familia en el coche, escuchando. Incluso, los adolescentes de la generación Z, esos mismos que ya no consumen medios tradicionales, se acercaban con timidez y preguntaban: ¿Puedo escuchar?

Mala decisión. Dejé en la mudanza de Buenos Aires a Madrid mi radio a transistores, y fue imposible comprar una. Se agotaron. No había Amazon para pedirla online y que te toquen la puerta ese mismo día con tu pedido.

Los negocios no funcionaban porque sus posnets no funcionaban. Sólo efectivo, en un país que se mueve con el comercio electrónico, hasta para pagar cosas que cuestan centavos.

En España, las fábricas de electrónicos ya adelantaron que van a volver a aumentar la producción de aparatos de radio. Después de este lunes, quedarán pocos hogares sin una radio en la alacena.

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Una cuestión de soberania

Cuando fui directora de Radio Nacional Argentina, los ingenieros me explicaron que no se podía perder la frecuencia de onda corta que tenía RNA por una cuestión de soberanía.

De hecho, Estados Unidos tiene la mayor parte de esas frecuencias olvidadas en el mundo.

Y es que, en caso de una apagón energético e informativo, la transmisión por onda corta sería la única manera de que un mensaje oficial pueda ser transmitido por el país y al mundo.

En ese momento, hace apenas una década, el escenario parecía distópico y lejano. Hoy no.

Quedó claro que el kit de supervivencia en estos tiempos impredecibles incluye, como elemento primordial, una radio con antena, de esas que se despliegan hacia arriba, y a pilas.

En tiempos de juegos en línea con amigos del otro lado del mundo, de ChatGPT (el amigo digital que el lunes se esfumó), Alexas, el WhatsApp permanente y la televisión a demanda, la radio demostró que aunque el universo digital es fascinante, y la inteligencia artificial es parte de nuestra vida cotidiana, no hay que descartar ni subestimar el manual de instrucciones analógico, mucho menos descartarlo.

Hay que tenerlo de backup, de plan B, saber que existe y no olvidar que alguna vez, no hace tanto tiempo, se iba a los lugares sin Waze ni Google Maps.

(*) Ana Gerschenson fue directora de Radio Nacional Argentina entre 2015 y 2018.

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