“Siempre va a haber gente que te insulte”, le aseguró la conductora. El consejo fue que dejara de mirar los comentarios.
—¿Y dejaste de leer?
—Algo leo, para ver qué generé —dice Marguery, tres años después.
Así como llegó al programa que conduce Rodríguez para probar, su inicio en los medios también fue casual. Su vocación era la istración. No había estudiado la carrera formalmente, pero sí tenía algunos cursos, como el de perito mercantil, y trabajaba en un estudio.
Su novia —que luego sería su esposa y la madre de sus tres hijos, y de quien actualmente está divorciado— era estudiante de la primera generación de la carrera de comunicación en la Universidad Católica y fue a una prueba en Emisora Del Plata. Le preguntaron si tenía alguna voz masculina para recomendarles, que también necesitaban, y ella les dijo que su novio estaba esperando afuera y que tenía linda voz.
Y ahí, el niño que relataba partidos con un cepillo en la mano, se terminó metiendo en el medio que consumía todo el tiempo y empezó una carrera que lleva ya más de cuatro décadas. Tal era su fanatismo por la radio, que cuando se fue becado por la Universidad de Navarra para estudiar comunicación durante siete meses (beca que ganaron él y el escritor Diego Fischer), lo primero que hizo al llegar a España fue comprar una “transoceánica” para escuchar emisoras de todo el mundo.
Poco después pasó de Del Plata a Radio Rural, donde sigue siendo conductor y además gerente, a lo que suma sus tareas como conductor y responsable del canal CRTV. Y salvo un período donde condujo un noticiero, la opinión siempre fue un componente central de su trabajo mediático.
“Yo trato de prepararme. Por ejemplo, a Esta boca es mía no voy sin datos. Busco información, llamo gente. Hago periodismo. Lo que pasa es que es periodismo de opinión, pero en base a datos”, asegura Marguery.
¿Las peleas aparecen solas o las buscás?
Yo no lo busco, no me gusta, pero es lo que se genera. Creo que últimamente hay dirigentes del Frente Amplio, o del sindicalismo, que ya vienen predispuestos. Cuando yo hablo, salen a trancar. Y algunos se enojan. El que se enoja pierde, y yo he perdido muchas veces. Desde que estoy ahí actúo igual, confrontando con cualquiera, no me importa. Al aire me pegué con Schipani, con Lema, con Gandini, con gente de Cabildo, con gente de Un solo Uruguay, con quienes tengo algunas coincidencias pero también discrepancias. Yo no hago política partidaria, yo no juego contra ni para nadie. Nunca digas nunca, porque si me estuviera muriendo de hambre y me ofrecieran un trabajo lo agarraría, pero mi intención no es la de tener una carrera política. No quiero ser legislador, no quiero un cargo público, no quiero nada.
¿Te han ofrecido alguna vez?
Hubo insinuaciones. Pero nunca una oferta concreta. Porque además, ante la insinuación, ¡PAC!, lo corto al toque. No me interesa.
Inés Guimaraens
Fernando Marguery
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Los Marguery vienen de Argentina. Fernando es argentino, igual que tres de sus cinco hermanos. Él fue el cuarto, bien en el medio. Cuando tenía dos años, su familia se mudó a Uruguay.
Con ellos es distinto. Ahí puede ser moderado. Le pueden decir algo que no comparte, y lo puede discutir, pero no como lo hace al aire en televisión. “Mi hermana mayor, que es monja franciscana, ahora vive en Molles, Durazno, y trabaja con la gente con necesidades, con jóvenes. Ella tiene una concepción de izquierda, y puede sonar raro, pero así es”, asegura el periodista.
La cuestión de la exposición ¿cómo pesa en tu familia?
Estoy divorciado, mis hijos viven solos, yo vivo solo, tengo una novia pero no sé si le molesta o no. Mis hijos se ríen un poco, pero seguramente en algunas situaciones habrán estado incómodos. Yo lo único que trato de hacer es no ensuciar el apellido, actuando con honestidad, siendo transparente. Acá lo que vale son las acciones. Las opiniones son opiniones, hay que respetarlas todas, aunque yo algunas las combato.
¿Por ejemplo?
Si hay una persona que quiere hacer la ley de talles y obligar a todos los comercios a tener esas prendas, a mí me parece ridículo. Me parece una intervención en el comercio, me parece un desastre que va a fundir una enorme cantidad de comercios chicos porque les obliga a tener una cosa que no pueden tener, parece que de alguien que ni pensó. Ahora están discutiendo por la ley de cuotas, y también es ridículo. Las reivindicaciones de mujeres por más lugares a mí me parecen fantásticas. Estoy completamente de acuerdo con el feminismo bien entendido, con la necesidad de un cambio cultural, de que se respeten los derechos de las mujeres, pero no por la fuerza. No es la forma. Ahora dicen que hay que deconstruirse, yo prefiero decir desarmarnos, porque yo soy una construcción hecha hace años, pero tengo que cambiar cosas. Son esas mochilas, esos prejuicios, de los que hay que irse liberando.
¿Te consideras un provocador?
Aunque no parezca, yo soy bastante tímido y soy reservado. Uno da una imagen que no es lo que es. Provoco, por la forma sobre todo, más que por lo que digo, se ve que por la forma choca mucho, pero me cuesta horrible ser distinto. Yo dije un día, si me piden que cambie, me voy, porque yo soy como soy, es natural. La primera impresión sobre mí normalmente no es buena, pero no me considero un provocador, me considero un defensor de mis ideas y una persona que está dispuesta a chocar por decirlo. Si provoco, mi intención no es provocar, si yo le digo a Fernando Pereira que está mintiendo no lo quiero provocar, quiero demostrar que miente. Yo no entiendo la vida de otra forma.
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Inés Guimaraens
Fernando Marguery
De la manga derecha de Fernando Marguery asoman unas letras. La tinta forma la frase “solo existe el ahora”. El tatuaje se lo hizo hace poco una amiga de uno de sus hijos, y le pidió que fuera en un lugar visible. Para él y para el resto.
La frase viene del libro El poder del ahora, del gurú alemán Eckhart Tolle. En su oficina en Radio Rural reposan un par de ejemplares en una pequeña estantería. Otros nombres en los lomos que también la ocupan: Maquiavelo, Vargas Llosa.
En las paredes hay plaquetas con reconocimientos, medallas, reproducciones de bocetos de Blanes, un espejo de cuerpo entero que una empresa rematadora le regaló a la emisora por su aniversario 80. Pero Marguery dice que no hay nada más importante que el libro de Tolle. Es la idea que rige su vida. Esa y la libertad.
“Soy re manso. Pero hay cosas de la política que las discuto porque considero que la libertad es el valor supremo. Libertad de expresión, de culto, sexual, económica, empresarial, libertad en todos los planos. Y todo lo que vaya en contra de la libertad, a favor de la regulación, de los controles, me molesta. Y me molestan mucho los políticos o los sindicalistas que mienten. A veces voy a Esta boca es mía y digo ‘hoy me voy a quedar quietito, no voy a existir, no la voy a pudrir’. Y con la primera mentira, se me salta la cadena. Porque son servidores públicos y no tienen que mentirle a la gente. Si vas al programa, tenés que dar explicaciones. No a mí. A la ciudadanía. Si no, ¿para qué viniste?”.
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Inés Guimaraens
Fernando Marguery
Una lista de cosas que a Fernando Marguery no le gustan, de los que empieza a hablar y no para:
- El populismo (“Es aprovecharse de la gente”)
- Los políticos que mienten
- El doble discurso de los sindicalistas
- Que se apuntale a los pobres toda su vida en lugar de generar educación y trabajo para ellos (“¿Cómo salieron de la cordillera los sobrevivientes? Cuando escucharon en la radio que no los buscaban más, cuando dependía de ellos mismos”).
- Algunas cosas de la democracia. Y lo explica así: “Es el menos malo de los sistemas. Está lejos de ser perfecto. Tiene muchas cosas que a mí no me gustan, pero no hay otro. Y creo en el Estado –aunque no en este—, entonces no me gusta la anarquía”.
¿Y qué le gusta a Marguery, entonces? “Yo quiero ser liberal, pero en Uruguay es muy difícil ser liberal. Como es muy difícil ser comunista. Los comunistas no quieren instalar el comunismo en Uruguay, pero quieren llevar al país lo más cerca posible. Uruguay no va a ser un país liberal, pero quiero que esté lo más cerca posible”.
En ese sentido, ¿tenés simpatías en alguna figura o en algún sector?
El más liberal de los presidentes que hemos tenido es Lacalle Pou, que le gustaría ir seguramente mucho más rápido de lo que va y mucho más profundo, pero no se puede. Uruguay es social demócrata, es así. Las cabezas de la gente son así, es la estructura mental.
¿Hay polarización en la sociedad uruguaya?
Sí, yo creo que mucha. No hablaría de grieta, pero sí polarización. Yo me siento polarizado. Con el discurso de Marcelo Abdala, por ejemplo, estoy en las antípodas. Y de mucha gente de la izquierda. De otros no, con algunos es una cuestión de matices como con Mario Bergara, o con Astori. Pero no puedo tener matices con Andrade, con Rubio. Capaz que personalmente los dos somos de mismo cuadro, los dos tenemos una posición compartida frente a determinados temas sociales, capaz que ahí tengo coincidencia, pero en la acción política, todo lo opuesto.
Tu confrontación con ellos se podría decir que incentiva la polarización. ¿Cómo te llevás con esa idea?
La polarización no la generan las opiniones, o no deberían, porque son opiniones, todos pensamos. Diferencias tenemos siempre, pero las diferencias no polarizan y menos de opiniones. Diferencian las actitudes, las acciones. Que yo grite, que yo interrumpa, que yo no respete a la conductora no provoca una polarización. Polarización provoca que algunos políticos roben y que los de su sector político lo defiendan, y ataquen al que roba y es de otro lado.
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En cuestión de meses y gracias a la televisión, Fernando Marguery pasó de ser un periodista reconocido en el ámbito rural a ser una figura que cada tanto, a lomos de sus peleas al aire con dirigentes políticos, se convierte en trending topic, en material de videos que sus fans –sí, los tiene– publican en redes, en insultos en esas mismas redes sociales, en material para los portales de noticias que buscan los clicks del internauta. De entrevistador pasó a entrevistado.
¿Es raro para vos esto, que te hagan entrevistas?
Sí, es muy raro, muy raro, muy raro. Me cuesta un poco. Todo, el reconocimiento, la calle, las redes sociales, me cuesta.
El periodista cree que el perfil de su figura creció porque se acerca el ciclo electoral. Y que a medida que las votaciones se acerquen, va a ser peor. Dice también que hay dirigentes frenteamplistas que no quieren ir a Esta boca es mía cuando está en el . Desde la producción le dicen que no es cierto, pero que a veces los invitados preguntan quienes van a estar ese día en el programa. Ninguno, sin embargo, dice que no va a participar si Marguery está ahí.
Y mientras vayan al programa, habrá peleas. Como la que tuvo con Edgardo Ortuño, y que según Marguery le costó retroceder casilleros en su vínculo con la conductora, Victoria Rodríguez. “Algo ahí se rompió por mi comportamiento, fue el día que menos la respeté en cuanto a su autoridad en el programa, en su función de conductora. Pero no tenemos un vínculo malo, para nada”, aclara.
Y mientras haya peleas, Marguery estará en el ojo del huracán. “Me quieren matar. Bayardi, Ortuño, Brenta, empezaron a criticar a Teledoce por tenerme, eso es presión para que me saquen. Fernando Pereira dijo ‘alguien lo tiene que callar’. Quieren que me echen. Un legislador me mandó una frase, que supuestamente es de Gandhi, que dice ‘primero te ignoran, después te ridiculizan y al final te descalifican’. Ahora estamos en esa última etapa. Me dicen fascista, misógino, agresivo, violento, todo eso” (para un listado más detallado, ver comienzo de la nota).
“Soy terrible monstruo”, dice.
¿Cómo es para vos estar en ese lugar?
Es horrible, es incomodísimo, molesto, no me gusta. Pero un día se apaga la brasita y desaparezco, esto es así.
¿Te ves dejando la tele?
Siempre es probable, nunca esperé estar y como nunca esperé estar, me puedo ir. No estoy ahí cumpliendo una función para nadie, para ningún partido, por más que digan que estoy bancado por el gobierno. Estoy ahí porque me invitaron a probar y funcionó para ellos, y a mí me divirtió y me quedé.