Para el combate de las infecciones neumocócicas y hemófilus influenza tipo B se aplican vacunas incluidas en el esquema nacional de vacunas a los niños en el primer año de vida, lo que ha permitido una franca disminución de estos agentes en la causa de la meningitis.
Sin embargo, para la neisseria meningitidis (meningococo) no es la misma situación, siendo la principal causa de meningitis a nivel internacional.
Esta enfermedad, aunque se puede presentar "en cualquier edad", desde el recién nacido hasta a los "adultos mayores", principalmente afecta a los niños, teniendo además a los adolescentes como el principal agente de "transmisión" de la enfermedad. Según Galiana, entre los adolescentes puede llegar a haber "hasta un 30% de portadores sanos de meningococo en su orofaringe (parte media de la garganta, ubicada por detrás de la boca)".
Cuando un niño se infecta con meningococo, el germen puede ser eliminado por el sistema inmune, pero en raras ocasiones la infección puede progresar, pasar a la sangre y acceder al sistema nervioso a través de las meninges y generar una infección en un sitio que normalmente "no está adaptado para combatir una infección bacteriana".
Así, "se produce una infección en el sistema nervioso, provocando un aumento de la presión a nivel encefálico generando un daño al sistema nervioso central", aclaró el experto.
"Cualquier niño o adolescente es susceptible a padecer esta enfermedad meningocócica grave. Realmente puede ocurrir que un niño totalmente sano vuelva de la escuela, se empiece a sentir mal a las 18:00 horas y a las 21:00 horas esté con fiebre, vómitos y apareciéndole algunas petequia. Y luego que a las 02:00 de la mañana esté en el CTI, lo estén reanimando y pueda sobrevivir como puede morir", aseveró el experto.
Sin embargo, aunque el niño o adolescente logre sobrevivir a la enfermedad puede terminar con "secuelas importantes".
Las secuelas de la enfermedad y los casos en Uruguay
Según le contó el Dr. Galiana a El Observador, este tipo de afección, "incluso bien diagnosticada y bien tratada" puede dejar secuelas importantes en las personas que logran sobrevivir a ella.
Entre las posibles consecuencias se encuentran la formación de necrosis en las extremidades (dedos, manos o piernas) que puede provocar incluso "la pérdida de los ".
También puede provocar en el 25% de los casos la perdida auditiva de un lado o hasta la de los dos lados. Además, puede generar "secuelas visuales y afectaciones neurológicas" en quienes la padecen.
Más específicamente, en el caso de los niños pequeños, estos "pueden quedar con parálisis cerebral, pueden padecer fenómenos neurológicos, trastorno de las fuerzas en los inferiores, de los superiores, o en la mitad de un hemicuerpo", aclaró el infectólogo.
El mayor problema que presenta la enfermedad es que sus primeros síntomas muchas veces no son tratados debidamente porque son similares a otras afecciones, por lo que la intervención médica se produce en forma tardía.
De hecho, algunas de sus manifestaciones más frecuentes son fiebre, irritabilidad, cuello rígido, diarrea, somnolencia, rechazo a la luz, dolor de cabeza y náuseas o vómitos dificultando, especialmente en los niños, el diagnostico temprano de la enfermedad.
En Uruguay, durante la pandemia, la cantidad de casos se vio reducida. Sin embargo, desde que se dejó atrás ese periodo los casos han ido aumentando. En 2023 hubo un total de 29 casos con dos fallecidos, develando un índice de letalidad del 8,3%.
En el 2024, para la semana 20 del años, la cifra de enfermos escaló a 13 con cinco muertos marcando un índice de letalidad del 38,4%. Además, fue en este periodo, más específicamente en marzo, cuando se dio un brote significativo que llevó a la ministra de Salud Pública, Karina Rando, a referirse a este tema.
La clave para combatir el problema: las vacunas
La meningocócica (meningitis bacteriana) es una enfermedad que por sus características es difícil de detectar, en especial en paciente "más chicos".
"La enfermedad se asocia con sintomatología respiratoria que puede ser muy inespecífica, o sea, si un niño tiene fiebre, algún vómito, dolor de cabeza y decaimiento, no te dice mucho porque una influenza o cualquier enfermedad, gripe u otras afecciones respiratorias pueden ser exactamente iguales", sostuvo el Dr. Galiana.
Esto conlleva a que en varias ocasiones la intervención médica se produzca de forma tardía, razón por la cual es clave la vacunación, ya que podría evitar el desarrollo de la enfermedad.
"La vacunación en general evita entre dos y tres millones de muertes cada año y aún así hay 15 millones de chicos sin vacunar en la región", dijo Fernando Burgos (MN 81.759), miembro del Departamento Cifentífico de la Fundación Vacunar.
En Uruguay hay dos vacunas que cubren todas las variantes del meningococo -una contra el serogrupo B y otra contra los serogrupos A, C, Y y W-, sin embargo ninguna de ellas se encuentra incluida en el esquema de vacunación.
Las vacunas disponibles se tratan de la menactra -que cubre la variante A, C, W y Y del meningococo- y la vacuna Bexsero -únicamente para el meningococo variante B. Vacunas de un alto coste en Uruguay.
De acuerdo al Dr. Galiana es clave que las vacunas cubran no solo a los niños pequeños (principal foco del sufrimiento de la enfermedad), sino también a los adolescentes, ya que es la forma de "evitar que tengan el germen" y luego lo transmitan.
"Como infectólogo y como pediatra creo que los niños deberían ser inmunizados con ambas vacunas sin lugar a duda", afirmó el experto.
En este marco y tras el brote ocurrido este año, la Comisión Nacional Asesora de Inmunizaciones (CNAV) se comprometió a analizar durante septiembre de este año la necesidad de introducirlas en el calendario debido al aumento de casos que viene experimentando ese país, en especial del tipo B en menores de cinco años.
Estaciones de mayor circulación de la enfermedad
Tras el final del invierno y el comienzo de la primavera se enmarca la estacionalidad de mayor circulación de meningitis, en especial la bacteriana.
Aunque, según el Dr. Galiana, no se dan "picos" de casos, pueden "aumentar" el número de casos durante la primavera y también en el otoño.
De acuerdo al experto, la estacionalidad de la enfermedad se marca primero en los meses de marzo y abril, para luego tener nuevos aumentos en los meses de setiembre, octubre y noviembre.
Es clave en épocas de mayor estacionalidad (como la actual) consultar al médico y en lo posible, vacunar a los niños y adolescentes.