Después de más de dos décadas de espera, Montevideo finalmente cuenta con un nuevo laboratorio de Bromatología. La obra, ubicada en el predio de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM), ya se encuentra finalizada y marca un punto de inflexión en la capacidad de la Intendencia para controlar y garantizar la inocuidad de los alimentos que se comercializan en el departamento.
Este nuevo laboratorio, le permite al Servicio de Regulación Alimentaria de la Intendencia de Montevideo “soñar con mucho más” en palabras de su directora, Carolina Paroli: “El laboratorio actual tiene las condiciones básicas, pero no nos permite expandirnos como queremos” explicó. La obra, que implicó una inversión de más de 263 millones de pesos, fue diseñada desde cero, pensando en cada detalle del flujo de trabajo y con materiales de primer nivel internacional.
El nuevo edificio ofrece condiciones edilicias de última generación: cuenta con sectores diferenciados para los dos laboratorios internos —uno químico y otro microbiológico—, vestuarios con accesibilidad, zonas de circulación seguras y espacio para hasta 60 profesionales. Actualmente trabajan en él entre 20 y 25, pero se prevé una ampliación paulatina.
20250516 Suplemento, Laboratorio de Bromatología de la IM
Natalia Pastorino, directora del Laboratorio de Bromatología y Carolina Paroli, directora de Regulación Alimentaria
Foto: Inés Guimaraens
Este salto en infraestructura se traduce directamente en una mejora cualitativa y cuantitativa de las tareas que allí se realizan. “Vamos a aumentar la cantidad de muestras y el tipo de análisis. Hay algunos que antes no podíamos hacer, por ejemplo virus en alimentos o el análisis de gliadinas en productos libres de gluten. Tampoco podíamos analizar envases, y ahora sí”, explica Paroli. Estos avances permitirán no solo detectar con mayor precisión riesgos alimentarios, sino también ampliar la vigilancia sobre productos que requieren un control más específico.
Además del control, el nuevo laboratorio tiene un fuerte componente de investigación. El trabajo en conjunto con instituciones como la Universidad de la República, especialmente con la Facultad de Medicina, se verá potenciado gracias a las nuevas capacidades técnicas. “Nosotros manejamos un montón de datos que, a los efectos de la investigación, son importantes. No se pueden divulgar todos por temas de confidencialidad, pero aportamos bastante conocimiento”, señala Paroli. Esto permite avanzar en el desarrollo de nuevas técnicas de análisis y en una mejor comprensión de las enfermedades transmitidas por alimentos.
La ubicación del laboratorio dentro de la UAM también es estratégica. “Tiene la ventaja de tener a los operadores allí y poder interactuar directamente con ellos. Vamos a poder mejorar el control de todas las frutas y hortalizas que pasan por Montevideo”, destaca Paroli. Esto incluye, por ejemplo, el análisis de residuos de plaguicidas o la detección de transgénicos en las cosechas que ingresan al departamento.
