4 de junio 2025 - 14:43hs

El Rodrigazo, episodio que para muchos analistas económicos y políticos marcó el inicio de la era de alta inflación en la Argentina, cumple 50 años. Aquel paquete de medidas económicas anunciado en junio de 1975 combinó una devaluación abrupta, aumentos masivos de tarifas y un intento de recomposición salarial que terminó generando más problemas que soluciones.

El 4 de junio de 1975, el entonces ministro de Economía Celestino Rodrigo anunció un paquete de medidas que pasaría a la historia como “el Rodrigazo”. El programa incluyó una devaluación superior al 100%, fuertes aumentos en tarifas públicas y una suba de salarios, en un intento por contener la presión inflacionaria y la crisis fiscal.

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Celestino Rodrigo, el minostro de Economía a cargo del Rodrigazo en 1975

Celestino Rodrigo, el minostro de Economía a cargo del Rodrigazo en 1975

El resultado fue el opuesto: los precios se dispararon y la inflación anual escaló al 334,9%, un récord hasta ese momento. Para muchos economistas, este episodio marcó el comienzo de la era de alta inflación en la Argentina, una dinámica que, con altibajos, llega hasta la actualidad.

"El Rodrigazo marca un hito en la historia económica. No solo pone fin al modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones sino que además marca el inicio de lo que se conoce como la 'Etapa Neoliberal'", explica Juan Manuel Telechea, economista y autor del libro “¡Inflación! ¿Por qué Argentina no se la puede sacar de encima?”. "La magnitud de la devaluación desequilibró la inflación y la macroeconomía desde ahí se hizo muy difícil de estabilizar. Si te fijas la inflación de 1960 a 1974 fue, en promedio del 28% y la tasa de crecimiento del 4,5%. Pero del 75 al 90, la inflación promedio fue del 595% por año y la tasa de crecimiento prácticamente nula. Se desató un proceso inflacionario que la economía argentina no tenía y que hasta el día de hoy nos sigue afectando", continúa Telechea.

Medio siglo después, los precios siguen corriendo a un ritmo de dos a tres dígitos anuales, en un país que todavía no ha logrado resolver los desequilibrios fiscales, monetarios y de expectativas que alimentan la inflación. El fenómeno atraviesa gobiernos de distinto signo político, contextos internacionales diversos y múltiples estrategias económicas.

A continuación, un recorrido por las principales etapas de estos 50 años de inflación: de la hiperinflación de 1989, a la estabilidad de los 90, el estallido de 2002, los años de inflación reprimida y la aceleración de los últimos tiempos.

Del Rodrigazo al agotamiento del modelo: cinco años de inflación alta y crisis

El impacto del Rodrigazo no se agotó en 1975. Por el contrario, el shock de precios y la pérdida de confianza en el peso abrieron una etapa de inflación alta y persistente que se prolongó en los años siguientes.

Con el golpe militar de marzo de 1976, la Junta asumió el poder con el objetivo de "normalizar" la economía. El ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz implementó un plan liberalizador que incluyó apertura comercial, desregulación financiera y un intento de anclar expectativas a través de la llamada “tablita cambiaria”.

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Martínez de Hoz profundizó la espiral inflacionaria con su plan económico

Martínez de Hoz profundizó la espiral inflacionaria con su plan económico

“Desde 1976 a 1979 el promedio anual de inflación saltó a la importante cifra del 227%, período gobernado por la dictadura militar y con Martínez de Hoz como ministro de Economía, que aplicando las recetas liberales como la tablita que produjo un fenomenal aumento de las importaciones y ayudado por la nueva ley de entidades financieras que le dejaba al BCRA la única función de ‘preservar el valor de la moneda’, debieran haber ayudado a contener el aumento de los precios, sin embargo logró los mayores índices de la historia económica argentina, hasta ese momento”, explican Lucas Llach y Pablo Gerchunoff en su libro “El ciclo de la ilusión y el desencanto”.

  • 1976 183,2%
  • 1977: 161,2%
  • 1978: 175,5%
  • 1979: 139,7%
  • 1980: 100,8%

Aunque el ritmo inflacionario fue cediendo gradualmente hacia el final de la década, el proceso estuvo lejos de una estabilización genuina. La tablita cambiaria terminó generando un atraso cambiario significativo, que alimentaría nuevas crisis a comienzos de los años 80. El período 1975-1980 dejó como saldo un cambio estructural en la economía argentina: la inflación crónica se consolidó como un rasgo persistente, y las expectativas de los agentes económicos comenzaron a incorporar aumentos de precios como parte del paisaje habitual.

La década perdida: deuda, atraso cambiario e hiperinflación

La década de 1980 en la Argentina estuvo marcada por el deterioro progresivo de la situación macroeconómica. La inflación, que había cerrado en 100,8% en 1980, lejos de ceder, se transformó en el síntoma visible de un modelo económico en crisis.

El intento de anclar expectativas con la “tablita cambiaria” de Martínez de Hoz terminó colapsando en 1981, cuando la combinación de atraso cambiario, liberalización financiera y endeudamiento externo resultó insostenible. Ese año, la inflación volvió a acelerarse hasta 131,3%, mientras el país ingresaba en recesión.

A partir de la guerra de Malvinas en 1982 y la posterior crisis de deuda que afectó a toda América Latina, la economía argentina quedó atrapada en una espiral de alta inflación y bajo crecimiento. Entre 1982 y 1988, los sucesivos gobiernos —primero de facto, luego el democrático de Raúl Alfonsín— ensayaron múltiples programas de estabilización que fracasaron en controlar los precios.

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Fue la década del mayor promedio anual de inflación de la historia argentina, decenio en la cual la mayoría de los años tuvieron tasas de tres dígitos (más del 100%) excepto el año 1986, luego de implementado el Plan Austral donde la tasa fue del 90%”, indican Llach y Gerchunoff en su libreo.

A finales de la década, la economía entró en una fase de hiperinflación. En 1989, en medio del colapso político del gobierno de Alfonsín, los precios crecieron casi un 5.000% anual. El austral, la moneda en circulación, perdió toda referencia de valor y el billete de más alta denominación se renovaba casi cada trimestre.

El trauma de la hiperinflación marcó a fuego la memoria económica de la sociedad argentina y sentó las bases para la demanda de estabilidad que impulsaría el próximo gran experimento: la Convertibilidad.

  • 1980: 100,8%
  • 1981: 131,3%
  • 1982: 209,7%
  • 1983: 343,8%
  • 1984: 626,7%
  • 1985: 672,2%
  • 1986: 81,9% (efecto del Plan Austral)
  • 1987: 175,1%
  • 1988: 387,7%
  • 1989: 4.923,7% (hiperinflación)

Convertibilidad: estabilidad cambiaria, desinflación y el costo oculto

Tras el colapso hiperinflacionario de 1989, el gobierno de Carlos Menem lanzó una serie de reformas estructurales que cambiaron radicalmente el funcionamiento de la economía argentina. El hito fue la implementación, en abril de 1991, de la Ley de Convertibilidad impulsada por el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo.

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La Convertibilidad estableció una paridad fija entre el peso y el dólar (1 peso = 1 dólar), respaldada por reservas internacionales. La medida buscaba anclar las expectativas de inflación a través de una regla simple: eliminar la emisión monetaria discrecional.

Los resultados fueron contundentes en materia de precios: la inflación anual, que en 1990 había sido de 1.343,9%, se redujo drásticamente en poco tiempo. Ya en 1991 cerró en 84%, y en 1992 bajó a 17,5%. Para 1994-1995, la inflación fue prácticamente nula e incluso hubo períodos de deflación.

Sin embargo, la paridad cambiaria rígida fue generando otros problemas: atraso del tipo de cambio real, pérdida de competitividad, déficit comercial creciente y endeudamiento externo. Además, la desregulación de los mercados laborales y financieros y las privatizaciones masivas transformaron el perfil socioeconómico del país, pero a costa de una mayor vulnerabilidad.

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Años hito en la historia de la inflación argentina

Años hito en la historia de la inflación argentina

La crisis mexicana de 1995 (el “Tequila”) golpeó a la Argentina, pero el régimen de Convertibilidad logró sostenerse. El problema fue que hacia fines de la década, las cuentas fiscales y el endeudamiento eran cada vez más insostenibles.

La estabilidad de precios, sin embargo, fue uno de los pocos logros indiscutibles del modelo: entre 1994 y 2001, la inflación promedio fue inferior al 1% anual.

  • 1991: 84,0%
  • 1992: 17,5%
  • 1993: 7,4%
  • 1994: 3,9%
  • 1995: 1,6%
  • 1996: 0,1%
  • 1997: 0,3%
  • 1998: 0,7%
  • 1999: -1,8% (deflación)
  • 2000: -0,7% (deflación)
  • 2001: -1,5% (deflación)

Del shock de la devaluación al regreso de la inflación reprimida

El colapso de la Convertibilidad a fines de 2001 y la salida forzada del esquema en enero de 2002 dieron paso a una nueva fase inflacionaria. La abrupta devaluación del peso —que pasó de 1 peso = 1 dólar a cerca de 4 pesos por dólar en pocos meses— generó un fuerte pase a precios.

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En 2002, la inflación anual fue de 41%, según los registros del INDEC. Sin embargo, el impacto sobre la actividad y el empleo fue amortiguado por la política económica que implementaron los gobiernos de Eduardo Duhalde primero, y de Néstor Kirchner desde 2003.

El modelo económico de la posconvertibilidad se basó en varios pilares: tipo de cambio real alto, superávit fiscal y comercial, fuerte crecimiento del consumo interno y uso activo de controles de precios y subsidios. Durante los primeros años, la inflación se mantuvo moderada pese a la recuperación vigorosa de la economía.

Pero hacia mediados de la década, las tensiones inflacionarias comenzaron a reaparecer. El uso sistemático de controles de precios y tarifas públicas congeladas permitió “reprimir” parte de la inflación, pero al costo de generar distorsiones crecientes.

En 2007, el gobierno intervino el INDEC, lo que distorsionó los datos oficiales. Desde ese momento, la inflación real comenzó a ser estimada por consultoras privadas y por el llamado “IPC Congreso” a partir de 2011.

  • 2002: 41,0%
  • 2003: 3,7%
  • 2004: 6,1%
  • 2005: 12,3%
  • 2006: 9,8%
  • 2007: 8,5% oficial (estimado privado: 22-26%)
  • 2008: 7,2% oficial (privadas: 23-25%)
  • 2009: 7,7% oficial (privadas: 15-18%)
  • 2010: 10,9% oficial (privadas: 25-27%)

Controles, atraso cambiario e inflación reprimida

Durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner (2011-2015), la inflación se consolidó como un fenómeno de difícil manejo. Con el INDEC aún intervenido desde 2007, las estadísticas oficiales seguían subestimando la verdadera dinámica de los precios.

El gobierno profundizó los controles de precios, subsidios a tarifas públicas, restricciones cambiarias (el famoso "cepo al dólar") y acuerdos sectoriales para intentar contener la inflación. Sin embargo, el exceso de gasto público financiado con emisión monetaria y el atraso cambiario fueron acumulando tensiones.

La inflación real fue creciendo año a año, según estimaciones privadas y el IPC Congreso, herramienta que los diputados opositores comenzaron a difundir como referencia alternativa.

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  • 2011: 9,5% oficial / 23% privadas
  • 2012: 10,8% oficial / 25,6% privadas
  • 2013: 10,9% oficial / 28,4% privadas
  • 2014: 23,9% oficial (nuevo IPCNu) / 38% privadas
  • 2015: 26,9% privadas (datos oficiales incompletos por cambio de gobierno)

El intento fallido de desinflación

El gobierno de Mauricio Macri asumió en diciembre de 2015 con la promesa de "normalizar" la economía, levantar los controles cambiarios y eliminar las distorsiones de precios.

Se salió rápidamente del cepo, se sinceraron tarifas (tarifazo en servicios públicos) y se buscó una política monetaria basada en metas de inflación. Sin embargo, el intento de desinflación chocó con la inercia inflacionaria, la falta de un ancla creíble y la volatilidad cambiaria.

El déficit fiscal y el endeudamiento externo terminaron por minar la estrategia. En 2018, una crisis cambiaria llevó al país de nuevo al FMI, y la inflación volvió a escalar.

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  • 2016: 40,9% (INDEC reorganizado)
  • 2017: 24,8%
  • 2018: 47,6%
  • 2019: 53,5%

Pandemia, controles y aceleración inflacionaria

El gobierno de Alberto Fernández arrancó con una inflación alta heredada y una macroeconomía frágil. La pandemia de COVID-19 en 2020 profundizó los desequilibrios: se expandió la emisión monetaria para financiar gasto de emergencia, mientras se reforzaban controles de precios y cambiarios.

Tras la pandemia, la inflación retomó una tendencia ascendente, empujada por la emisión, la brecha cambiaria y la pérdida de reservas. Las tensiones políticas dentro del Frente de Todos y la falta de un programa económico consistente complicaron la gestión.

En 2023, en el tramo final del mandato, la inflación superó los 200%, en un escenario de desborde macroeconómico.

  • 2019: 53,5%
  • 2020: 36,1%
  • 2021: 50,9%
  • 2022: 94,8%
  • 2023: 211,4%

Shock de ajuste y desinflación inicial

El presidente Javier Milei asumió en diciembre de 2023 en un contexto complejo: inflación corriendo a más del 200% anual, reservas en rojo y una fuerte desconfianza en la moneda.

El nuevo gobierno aplicó un plan de shock basado en ajuste fiscal (déficit cero), fuerte devaluación inicial (118%), liberación de precios y contracción monetaria. El impacto inmediato fue una aceleración de la inflación en los primeros meses, con picos superiores al 25% mensual en diciembre y enero.

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A partir de marzo de 2024 comenzó a observarse una desaceleración gradual. Según los últimos datos, la inflación interanual bajó a 117,8% en 2024 y a 47,3% interanual en abril de 2025.

El gobierno busca llevar la inflación a un dígito mensual sostenido, aunque el desafío de fondo —salir de la inercia inflacionaria— todavía está lejos de resolverse.

  • 2024: 117,8% (año completo)
  • 2025 (abril): 47,3% interanual

Inflación y pobreza en Argentina (1975-2025): una correlación persistente

Los datos históricos muestran una correlación significativa entre la inflación y la pobreza en Argentina. Estudios como el de la Universidad Austral indican que un aumento del 1% en la inflación puede incrementar la pobreza en un 0,6% en el corto plazo. Además, el Banco Mundial destaca que la inflación afecta desproporcionadamente a los hogares más pobres, ya que destinan una mayor proporción de sus ingresos a bienes esenciales cuyos precios suelen aumentar más rápidamente.

1975-1983: Del Rodrigazo a la transición democrática

  • Inflación: Tras el Rodrigazo en 1975, la inflación anual alcanzó el 335%. Durante la dictadura militar, se mantuvo elevada, superando el 100% anual.
  • Pobreza: Aunque no existen datos oficiales precisos para este período, estudios académicos indican un aumento significativo de la pobreza, especialmente hacia finales de la década.
  • Correlación: La alta inflación, combinada con políticas de ajuste y represión salarial, contribuyó al deterioro del poder adquisitivo y al aumento de la pobreza.

1983-1989: Democracia y crisis hiperinflacionaria

  • Inflación: La inflación se aceleró, culminando en una hiperinflación en 1989 con un pico del 3.079,5% anual.
  • Pobreza: Según datos del CEPED-UBA, la pobreza en el Gran Buenos Aires aumentó del 14% en 1985 al 38% en 1989.
  • Correlación: La hiperinflación erosionó los ingresos reales, llevando a un aumento drástico de la pobreza.

1989-1999: Convertibilidad y estabilidad aparente

  • Inflación: Con la implementación de la Ley de Convertibilidad en 1991, la inflación se redujo drásticamente, manteniéndose en un dígito durante gran parte de la década.
  • Pobreza: La pobreza disminuyó inicialmente, pero volvió a aumentar hacia finales de la década, alcanzando aproximadamente el 30% en 1999 según estimaciones del CEDLAS.
  • Correlación: Aunque la estabilidad de precios ayudó a reducir la pobreza al principio, el aumento del desempleo y la precarización laboral contribuyeron a su repunte.

1999-2003: Crisis y devaluación

  • Inflación: Tras la salida de la Convertibilidad en 2002, la inflación anual fue del 41%.
  • Pobreza: La pobreza alcanzó un pico del 66% en 2002, según datos del CEDLAS.
  • Correlación: La devaluación y la crisis económica llevaron a un aumento masivo de la pobreza.

2003-2015: Crecimiento con inflación reprimida

  • Inflación: Aunque las cifras oficiales fueron cuestionadas, estimaciones privadas indican una inflación anual promedio del 20-25%.
  • Pobreza: La pobreza disminuyó significativamente, llegando a alrededor del 25% en 2011, pero volvió a aumentar hacia 2015.
  • Correlación: El crecimiento económico y las políticas sociales ayudaron a reducir la pobreza, a pesar de la inflación persistente.

2015-2019: Intento de estabilización y crisis

  • Inflación: La inflación anual aumentó de 25% en 2015 a 53,5% en 2019.
  • Pobreza: La pobreza aumentó del 29% en 2015 al 35,5% en 2019, según el INDEC.
  • Correlación: La aceleración de la inflación y la recesión económica contribuyeron al aumento de la pobreza.

2019-2023: Pandemia y aceleración inflacionaria

  • Inflación: La inflación anual alcanzó el 94,8% en 2022 y el 211,4% en 2023.
  • Pobreza: La pobreza aumentó al 41,7% en el segundo semestre de 2023, según el INDEC.
  • Correlación: La combinación de alta inflación y caída de ingresos reales llevó a un aumento de la pobreza.

2023-2025: Ajuste y desaceleración inflacionaria

  • Inflación: La inflación interanual descendió al 117,8% en 2024 y al 47,3% en abril de 2025.
  • Pobreza: La pobreza alcanzó el 52,9% en el primer semestre de 2024, pero disminuyó al 38,1% en el segundo semestre, según el INDEC.
  • Correlación: La desaceleración de la inflación contribuyó a la reducción de la pobreza, aunque persisten desafíos estructurales.
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