En la década de 1980, cuando Domingo Álvez salía de la escuela se iba al campo a trabajar como peón en las chacras de tabaco. Ayudaba con los almácigos durante dos horas. Esa, una tarea “muy liviana” según contó a El Observador, es tradicional en donde vive, en la zona de Guayubirá, en Artigas.
Para Domingo el campo no era novedad, su madre era productora ganadera y trabajaba con varios animales. Él se crio en el medio rural y hoy sigue viviendo allí, donde a casi 50 años de aquellos comienzos desarrolla su producción, en un emprendimiento familiar.
El tabaco lo vende a una tabacalera y las frutillas el mercado hortifrutícola local, en Artigas.
Es uno de los 50 productores de tabaco que hay en Artigas, rubro principal de trabajo rural en el área en la que se desarrolla, destacó. En algunos campos de Rivera también se desarrolla esa producción, que no es de las más extendidas en Uruguay, hay muy pocos productores, condicionado eso por las exigencias que el cultivo plantea.
Domingo produce tabaco en Artigas desde hace casi 50 años.
Afectados por la sequía y el calor
Cada julio, Domingo y su esposa Gloria comienzan los trabajos para una nueva zafra de tabaco. Los almácigos se hacen en bandejas y durante dos meses se cuida su crecimiento.
En setiembre las plantas pasan a la tierra, se hace el laboreo y un tratamiento para que “la hoja esté bien”, comentó el productor.
Si bien el cultivo se trabaja con algunos productos, como pueden ser fertilizantes, Domingo contó que no ha tenido problemas. "Es un trabajo normal", comentó.
Algunos productores eligen trabajar durante parte del proceso con guantes, otros no.
Durante las tareas, el olor "parecido al cigarrillo" es cosa de todos los días, comentó.
Gloria, esposa de Domingo, trabajando junto a su sobrino con los almácigos de tabaco.
La de tabaco, que “es una planta muy resistente”, necesita entre 250 a 400 mm de agua por zafra para tener “una producción normal”. Por eso este año en el marco de la sequía el cultivo está “complicado”, contó Domingo. En su campo las lluvias han sido muy disparejas, hace tres meses que “viene lloviendo en la vuelta entre 10 y 15 mm”, pero en su chacra “llueven a veces 5 mm y a veces nada”, dijo.
La producción de tabaco comienza a prepararse en julio.
Domingo fue uno de los productores visitados por las autoridades del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), recientemente, en el marco de una gira por el norte del país en la que integrantes del ministerio evalúan los daños que ha dejado la sequía en los diferentes rubros.
En este cultivo, que se trabaja a cielo abierto, algunos productores utilizan riego. Domingo produce en un área de una hectárea y para esta zafra regó una parte del cultivo, pero en otros casos, debido a los altos costos, los productores deciden no regar y esperar por las lluvias.
Los efectos de la sequía en la plantación de Domingo.
Una producción que se fuma
Cuando la planta tiene dos meses, empieza la cosecha, con las primeras hojas, la que están más cerca del suelo, explicó.
Cada planta permite varias cosechas, que se hacen a mano. Las hojas se deben resguardar del sol, para que no se estropeen.
Además de la sequía, las altas temperaturas de Artigas, de 40° C en algunos días, también afectan la producción y en muchos casos queman las hojas.
Muchos productores eligen cosechar antes de que las plantas lleguen a su tamaño óptimo, enfrentándose así a un menor rinde y por ende a recibir menos dinero al momento de vender la producción, pero prefieren eso a no poder cosechar hojas muertas por el calor.
“La planta no madura y el calor la cocina. Cosechan para tratar de no perder más”, aseguró sobre el material que más tarde se usa para fumar.
MGAP
Autoridades del MGAP visitaron el predio de Domingo en el marco de la emergencia agropecuaria por sequía.
Una vez que el tabaco se cosecha se lleva a los galpones, donde se ata. Hay quienes atan las hojas a mano y quienes lo hacen a máquina, con una especie de “máquina de coser hojas”.
Una vez apiladas las hojas, se meten en el horno a leña en el que se secan. Por una semana las plantas pasan por diferentes etapas dentro del horno, la primera etapa es para “amarillar”, la segunda para secar la lámina y la tercera para secar el tallo”. El horno alcanza hasta los 70° C.
Tabaco por kilo
Cuando las hojas están secas se desatan y se clasifican por calidad antes de enviar al mercado. Dependiendo de qué calidad tengan las hojas será su precio. Domingo y su familia venden su producción a Montepaz, una empresa uruguaya con sede en Montevideo que produce cigarrillos y tabacos para armar y tiene la capacidad de producir 15 billones de cigarrillos por año (según indica su página web).
La empresa le paga a los productores $ 150 por kilo de tabaco.
En una zafra "normal" las cosechas rinden entre 1.800 y 2.500 kilos por hectárea, lo que le dejaría a los productores entre $ 270.000 y $ 375.000 por hectárea, de lo que se deben restar los costos productivos, que son de unos US$ 1.500 por hectárea (unos $ 60.000).
El tabaco se vende a $ 150 por kilo después de seco.
Años de campo por delante
Domingo tiene 60 años y asegura que, gozando de buena salud por no tener ningún vicio, tiene planeado seguir trabajando varios años más en el campo.
Además del tabaco, su segunda producción, la de frutillas, es una a la que le ve desarrollo en el futuro. La fruticultura es algo que trabaja en los meses de invierno para abastecer al mercado artiguense. Años atrás producía y vendía al Mercado Modelo, en Montevideo, pero como la producción que tenía no era muy grande decidió dedicarse enteramente a la venta en el norte.
Además de tabaco, Domingo produce frutillas.
"Mientras tenga ánimo voy a seguir", comentó, reflexionando que quizás, más adelante, pueda estar entre sus posibilidades cambiar de rubro dentro de la producción granjera, pero siempre pensando en el campo para el futuro.
En el siguiente video se puede conocer otra historia de un productor de tabaco, creada por El Observador. Producción realizada en Artigas en 2016.
